crónica inventada en primera persona sobre la llegada a america ?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Sábado, 13 de octubre
« Luego que amaneció vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos
mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy hermosa:
los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y
todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra generación que hasta
aquí haya visto, y los ojos muy hermosos y no pequeños, y ellos ninguno
prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues
está Este Oeste con la isla de Hierro, en Canaria, bajo una línea. Las piernas
muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos
vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol, como un
barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla, según la tierra, y
grandes, en que en algunas venían cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y
otras más pequeñas, hasta haber de ellas en que venía un solo hombre.
Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla; y si se le
trastorna, luego se echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas
que traen ellos. Traían ovillos de algodón hilado y papagayos y azagayas y
otras cositas que sería tedio de escribir, y todo daban por cualquier cosa que
se los diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que
algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la
nariz, y por señas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el
Sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos de ello, y tenía muy
mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vi que no entendían en la ida.
Determiné de aguardar hasta mañana en la tarde y después partir para el
Sudeste, que según muchos de ellos me enseñaron decían que había tierra al
Sur y al Sudoeste y al Noroeste, y que éstas del Noroeste les venían a
combatir muchas veces, y así ir al Sudoeste a buscar el oro y piedras
preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y
muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y
toda ella verde, que es placer de mirarla; y esta gente harto mansa, y por la
gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que
den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; que
hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban
hasta que vi dar dieciséis ovillos de algodón por tres ceotís de Portugal, que es
una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón hilado.
Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo
para Vuestras Altezas si hubiera en cantidad. Aquí nace en esta isla, mas por
el poco tiempo no pude dar así del todo fe. Y también aquí nace el oro que
traen colgado a la nariz; más, por no perder tiempo quiero ir a ver si puedo
topar a la isla de Cipango. Ahora, como fue noche, todos se fueron a tierra con
sus almadías.»
Explicación: