crisis en Colombia por narcotráfico
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Uno de los períodos más dramáticos en la historia de Colombia ha sido el del narcoterrorismo, puesto en práctica a partir de una alianza entre traficantes de drogas para enfrentar al Estado y la sociedad. Su accionar empezó a sentirse desde 1984, en el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), y se incrementó durante el mandato de Virgilio Barco (1986-1990). Sólo menguó en 1993 en el período de César Gaviria (1990-1994). Tuvo como justificación la lucha contra la extradición por parte de mafias organizadas bajo la etiqueta de Los extraditables, grupo dirigido por Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha.
Aunque parezca extraño, el narcoterrorismo en Colombia tiene su origen en la corrupción de las costumbres políticas por la incidencia de dineros ilícitos en la elección de representantes a los cuerpos colegiados, lo que facilitó que en las elecciones de 1982 el narcotraficante Pablo Escobar fuera elegido como suplente a la Cámara de Representantes. El hecho fue denunciado por el periódico El Espectador y el Ministro de Justicia de entonces, Rodrigo Lara Bonilla, que durante el gobierno de Belisario Betancur emprendió una campaña que llevó a que Escobar fuera expulsado del cuerpo legislativo a comienzos de 1984. Escobar respondió con el asesinato del ministro Lara, el 30 de abril de 1984.
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En medio de la indignación nacional que causó el crimen, el presidente Belisario Betancur reactivó con los Estados Unidos el Tratado de Extradición de narcotraficantes, ante lo cual los carteles de la droga iniciaron un enfrentamiento violento contra el Estado. Lo anterior fue el inicio de una escalada de violencia terrorista, pues los extraditables, con la consigna de preferir una tumba en Colombia a una cárcel en los Estados Unidos, cometieron atentados con explosivos, un “plan pistola” contra la Policía Nacional, y asesinatos selectivos de periodistas, políticos y funcionarios públicos.
Si bien se considera como causa principal del narcoterrorismo la oposición a la extradición por parte de los carteles, no se puede dejar de lado que el fenómeno se alimentó de otros conflictos, entre los que destaca el enfrentamiento con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por el control de las zonas productoras de coca y la guerra entre los carteles de Cali y Medellín. Esto llevó a que la ola terrorista tuviera diversas expresiones, entre ellas los asesinatos de Jaime Pardo Leal, candidato presidencial por la Unión Patriótica, el 11 de octubre de 1986; el periodista Guillermo Cano, director de El Espectador, el 17 de diciembre del mismo año; el Procurador General de la Nación, Carlos Mauro Hoyos, el 25 de enero de 1988; el también candidato presidencial por el liberalismo Luis Carlos Galán Sarmiento, el 18 de agosto de 1989, y el periodista Jorge Enrique Pulido, el 9 de noviembre de 1989. Fueron más de 4.000 víctimas, entre comunicadores, jueces, fiscales y policías, estos últimos en una cifra que superó los 400 asesinatos. Personalidades como Ernesto Samper, Álvaro Gómez y Enrique Parejo González, también sufrieron atentados.
La violencia del narcoterrorismo fue igualmente instrumentalizada por fuerzas de la ultraderecha y el paramilitarismo contra la Unión Patriótica, partido político que había surgido de las negociaciones de paz emprendidas por el Gobierno de Belisario Betancur. Fueron asesinados José Antequera (3 de marzo de 1989) y miles de militantes de dicha organización, incluido su candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa (22 de marzo de 1990). La Alianza Democrática M-19, firmante del primer proceso de paz exitoso en Colombia, también corrió la misma suerte, pues a los atentados contra sus miembros de sumó el asesinato de su candidato presidencial, Carlos Pizarro Leongómez (26 de abril de 1990). La autoría de este crimen se la adjudicaron los hermanos Fidel y Carlos Castaño, fundadores de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
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En la memoria de los colombianos están los atentados terroristas de 1989 -el año más violento en la historia del país- contra los diarios El Espectador (2 de septiembre) y Vanguardia Liberal, de Bucaramanga (17 de octubre); César Gaviria Trujillo, quien viajaría en el vuelo 203 de Avianca, el 27 de noviembre; las instalaciones del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) con un carro bomba (6 de diciembre), y las sedes políticas de diferentes partidos, que dejaron cientos de muertos y heridos.