¿Crees que la Política es mala o buena? Justifica tu respuesta.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Pues algunas son muy corruptas,
Pero por otro lado hay muy buenas políticas
Espero que te sirva ☺️
Entre más se remonta uno en el tiempo, encuentra que los hombres son más proclives a definir de común acuerdo lo que es lo bueno y lo malo. Eso debe ser, sin duda alguna, porque, viendo hacia atrás en la historia, el hombre es cada vez más comunitario y menos individualista. Dicho de otra forma, el hombre, entre más individualista, es más dado a diferir de sus congéneres en cuanto a lo que deben ser esos conceptos. El mundo moderno, fundado en el capitalismo, disolvió violentamente los modos de vida comunitarios en los que se fundaban las sociedades que le antecedieron y fue haciendo de las relaciones sociales relaciones cada vez más individualistas, al grado de que (como lo observó Marx, y fue una de sus mayores aportaciones teóricas) los hombres, en su conjunto, sólo tuvieron ya dos esferas de la vida en que entraban en sociedad: el mercado (incluida en él la producción) y la política. La economía, la política, la moral, la religión, el derecho, que antes habían estado inextricablemente unidos y mezclados, al grado de que ni en teoría es posible disociarlos, aparecieron como provincias de la vida social, interrelacionadas, sí, pero radicalmente diferentes y a veces contrapuestas entre sí. El individuo surgió, como un volcán, del antiguo mundo de la economía natural y de la comunidad en sus más diversas formas.
La oposición y diferenciación entre la moral y la política (así como entre la moral y el derecho o entre la religión y la política) no es una mera cuestión teórica. Es un hecho histórico que por demás está negarlo, ocultarlo o mistificarlo. Maquiavelo no inventó diabólicamente la separación de la política respecto de la moral. Simplemente la percibió en la realidad de su tiempo y, con ello, como escribió Antonio Gramsci, les hizo un gran bien a la ciencia política y a la filosofía moral que, desde entonces, se desarrollaron sin barreras. Kant tampoco inventó la separación del derecho respecto de la moral. Sólo la constató y, a partir de ello, hizo avanzar portentosamente tanto la teoría de la moral como la teoría del derecho. Maquiavelo no fue, de ninguna manera, un ser inmoral y ni siquiera amoral. Fue él quien hizo a Benedetto Croce definir la política como “pasión”, algo que ronda los linderos de la moral, con sus valores propios y sus credos particulares. Es el individuo moderno, en su nuevo aislamiento social (de nuevo el genio de Marx: “el hombre es un ser que sólo en sociedad puede aislarse”), el que ha acabado por separar la moral, convirtiéndola en asunto exclusivo de él y de su conciencia, de la economía, de la política y hasta del derecho. El verdadero aporte de Maquiavelo fue haber entendido desde el principio que la moral, para comprender la política, representaba un lastre que era necesario no eliminar, pero sí ponerlo al margen. Fue casi exactamente la misma experiencia del pietista Kant cuando, él también, se vio forzado a establecer la línea divisoria entre la moral y el derecho. Kant entendió (y con ello decretó la muerte del antiguo derecho natural) que no hay verdadero derecho positivo que los individuos obedezcan sin rémoras de ninguna clase, si no es el derecho que legisla el Estado. Si los hombres obedecen primero a sus principios morales, no habrá derecho que valga. Para hacer del Estado de derecho y del derecho estatal (vigente) un verdadero derecho positivo (observado por los individuos), no había más salida que poner a la moral en otra esfera de la vida social, totalmente separada. Fue Kant, además, quien hizo de la ética una verdadera ciencia filosófica y quien, así, identificó la moral como una forma de vida totalmente individual, interna del individuo. Todo acto que pretenda ser moral o ético (es lo mismo) debe tener como legislador supremo al mismo individuo que lo practica y ya no más a una sociedad que ha dejado de ser una comunidad autoritaria. A ese proceso, teórico y práctico, a la vez, el propio Kant le llamó “revolución copernicana” de las nuevas relaciones sociales. No tuvo la generosidad para reconocer que la primera revolución copernicana había sido hecha por Maquiavelo, al disociar la moral de la política. El asunto era poner al individuo en el centro del mundo social, como se requería.
Al hacer el recuento constante de las monstruosidades que se cometen en nombre de la política, muchos estudiosos de la vida social moderna han intentado, una y otra vez, por decirlo así, moralizar la política e imponerle supuestas normas éticas que la deberían frenar en sus excesos o humanizarla en sus procedimientos. Lord Bertrand Russell escribió hace unos cuarenta años un pequeño libro (Human Society in Ethics and Politics), muy confuso sobre todo en sus concepciones morales, en el cual hizo el intento. Debo decir que en muchas de sus conclusiones yo estoy de acuerdo; pero Russell no tuvo más remedio que partir de una espantosa constatación: “