crees que el lugar de procedencia forma parte de tu identidad
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En el marco de la diversidad cultural que tenemos en nuestros pueblos o barrios, todas las culturas tienen derecho a sobrevivir o a existir en condiciones de igualdad. Pero las culturas son muy resistentes a los cambios y, en la interrelación entre ellas y en el día a día, toman especial protagonismo las señas de identidad, en forma de diferencias con los otros, desde donde se establece el diálogo.
Las señas de identidad, personales o colectivas, están formadas por el conjunto de características que definen a las personas o grupos y que configuran la imagen que tienen y quieren dar en las relaciones con los demás. Por lo tanto, la identidad es una construcción compleja que se puede dar en diferentes ámbitos y en la que intervienen muchos elementos y factores. Diríamos que nuestra identidad no es única y que podemos tener muchas señas que nos identifican (lingüísticas, deportivas, territoriales, musicales, medioambientales, tecnológicas, etc.). Y esta diversidad de señas de identidad puede ser un elemento de interacción, de coincidencia, de anclaje, de conocimiento del otro, de suma en el diálogo intercultural y en la mejora de la convivencia.
Este proceso de conocimiento y enriquecimiento entre culturas es lento y presenta muchas resistencias. En el día a día de las relaciones de convivencia, las señas de identidad y el sentimiento de pertenencia se refuerzan tanto por parte de unos como de los otros como elemento diferenciador, de defensa y subsistencia, y como cohesión de los grupos que comparten identidades. En este proceso se corre el peligro de que la identidad personal (la privada) quiera considerar sus diferencias como superiores respecto al otro y quiera imponerse como identidad pública con actitudes de xenofobia. Es por ello que debe volver a insistirse en la necesidad de explicar el derecho a ser diferente, al diálogo y a la interacción entre culturas, personas, grupos… Incluso a hablar y reflexionar sobre este sentimiento como contenido del diálogo.
El sentimiento de pertenencia es un elemento fundamental en la definición y cohesión de la identidad personal y cultural. Podríamos definirlo como el conjunto de sentimientos, percepciones, deseos, necesidades, afectos, vínculos, etc. que van construyéndose a partir de las experiencias y de las prácticas cotidianas desarrolladas por las personas o los grupos en los espacios de vida. La pertenencia a un lugar o a un grupo, aunque no todos tengan esta necesidad (como mínimo de forma consciente), interviene en la cobertura de una serie de necesidades básicas como la seguridad, la estima, el reconocimiento, el bienestar, el compromiso, las actitudes positivas, etc.
Del mismo modo que la identidad, la construcción del sentimiento de pertenencia de una persona, como sentimiento y vínculo afectivo, es complejo, y aunque normalmente se manifieste de forma irracional, en su construcción intervienen muchos factores. Entre otras, podemos mencionar las características del contexto, las ideas y experiencias previas, las relaciones sociales y afectivas, la cobertura de las necesidades básicas, las experiencias positivas y satisfactorias en el lugar de residencia, los símbolos y valores propios y compartidos con la colectividad, la participación y cooperación en la comunidad y el reconocimiento y aceptación en la comunidad. Por lo tanto, este sentimiento, que suele utilizarse como bandera en las relaciones, es una construcción que puede presentarse de forma muy diversa, puede tener que ver con muchos aspectos y ámbitos de la vida y es dinámico y cambiante. Fácilmente puede suceder que dentro de un grupo con un mismo sentido de pertenencia, este sentimiento presente características muy diferentes, o que un sentimiento cambie con los años de residencia en un nuevo territorio.
El sentimiento de pertenencia está muy ligado a la identidad del lugar donde se vive y al que se dice pertenecer, donde se establecen las interrelaciones culturales y se tienen las experiencias más significativas. Estos sitios vividos, con sus características, configuran la identidad de las personas, que le acaban otorgando valores de arraigo positivos (topofílicos) o negativos y de rechazo (topofóbicos). Es cierto que los factores o elementos que configuran este sentimiento son diferentes según la escala territorial del lugar de donde se sienten principalmente. En la escala local, generalmente se explican por experiencias personales o socioafectivas y por aspectos funcionales de territorio, y en escalas supralocales por cuestiones ideológicas, históricas o lingüísticas. Por eso es muy importante la aprehensión de los espacios de convivencia en la construcción del sentimiento de pertenencia, a partir de la configuración de relaciones inclusivas como, por ejemplo, la participación y cooperación entre iguales.
Explicación:
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