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Amor y Responsabilidad – Estudio de Moral Sexual, Juan Pablo II
CAPÍTULO PRIMERO
1. La persona, objeto y sujeto de la acción
El mundo en que vivimos se compone de gran número de objetos. “Objeto” es aquí
sinónimo de “ser”. El significado, con todo, no es exactamente el mismo, porque,
propiamente hablando, “objeto” designa lo que queda en relación con un sujeto. Pero
el sujeto es igualmente un ser, ser que existe y que actúa de una manera o de otra.
Puede, por tanto, decirse que el mundo en que vivimos se compone de un gran
número de sujetos. Incluso estaría mejor hablar antes de sujetos que de objetos.
Si hemos invertido ese orden, ha sido a fin de subrayar desde el principio el carácter
objetivo y, por tanto, realista de este libro. Porque, de comenzar por el sujeto, y en
particular por ese sujeto que es el hombre, cabría el peligro de considerar todo lo que
se encuentra fuera de él, es decir, el mundo de los objetos, de una manera puramente
subjetiva, a saber en cuanto ese mundo penetra en la conciencia y se fija en ella. Es
preciso, pues, desde el principio, caer bien en la cuenta del hecho de que todo sujeto
es al mismo tiempo ser objetivo, de que es objetivamente, algo o alguien.
El hombre es objetivamente “alguien” y en ello reside lo que le distingue de los otros
seres del mundo visible, los cuales, objetivamente, no son nunca nada más que
“algo”. Esta distinción simple, elemental, revela todo el abismo que separa el mundo
de las personas del de las cosas. El mundo objetivo en el que vivimos está compuesto
de personas y de cosas. Consideramos como cosa un ser que carece no sólo de razón,
sino también de vida; una cosa es un objeto inanimado. Se nos haría difícil llamar
cosa a un animal o a una planta. No obstante, no nos atreveríamos a hablar de
persona animal. Se dice, en cambio, “individuo animal”, entendiendo con ello
simplemente “individuo de una especie animal determinada” Y esta definición nos
basta. Pero no basta definir al hombre como individuo de la especie homo (ni siquiera
homo sapiens). El término “persona” se ha escogido para subrayar que el hombre no
se deja encerrar en la noción “individuo de la especie”, que hay en él algo más, una
plenitud y una perfección de ser particulares, que no se pueden expresar más que
empleando la palabra “persona”.
La justificación más sencilla y más evidente de este hecho está en que el hombre es
un ser racional, que posee la razón, cuya presencia no se puede constatar en ningún
otro ser visible, porque en ninguno de ellos encontramos ni traza de pensamiento
conceptual. De ahí proviene la definición bien conocida de Boecio, según la cual la
persona es individuo de naturaleza racional (individua substantia rationalis naturae).
Esto es lo que en el conjunto del mundo de los seres objetivos, distingue la “persona”
y constituye su particularidad.
Respuestas a la pregunta
Contestado por
1
Respuesta:
no tienes un libro o algo asi una página una hoja o algo asi
Explicación:
solo digo
salastovar88:
Amor y Responsabilidad – Estudio de Moral Sexual, Juan Pablo II primer capítulo
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