Crear cuentos cortos con el nombre Daniela
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Era invierno en la ciudad y muchos de los niños salían del colegio y directamente iban para sus casas cruzando El Puente de San Martín para refugiarse del frío. Era un puente que estaba muy cerca del colegio y de corto recorrido pero por debajo pasaba un bonito rio de aguas transparentes y grandes piedras y solía estar mucha gente mirando el paisaje encima de él.
Daniela salió del colegio con su grupo de amigos y aunque a su madre no le gustaba nada iba caminando comiendo pipas y caramelos que un amigo suyo había comprado en el recreo. Cuando cruzaban el puente decidió tirar las cáscaras de las pipas y el papel de los caramelos al rio. Algunos de sus amigos y amigas le dijeron algo pero ella hizo como que no oía, ¡Menuda tontería pensaba! ¿Qué más da tirar las cosas al río? Si total el agua se lo lleva y queda limpio. Y así Daniela un día tras otro tiraba un pañuelo de papel, el envoltorio de un chicle… incluso señalaba a los mayores que tiraban también cosas para que sus amigos vieran que no era solo ella.
Respuesta:
Había una vez una ciudad llamada Halloween en la que vivía una malvada fabricante de dulces y golosinas llamada Daniela. Esta, sabiendo que los papás no dejaban a sus hijos comer golosinas más de una vez a la semana para evitar las caries, inventó un plan para vender muchos más caramelos. Así, pagó a una pandilla de ladrones y bandidos quienes, disfrazados de horribles monstruos, aterrorizaron a todos. Luego lleno la ciudad de anunciós que aseguraban que sus caramelos eran la única defensa posible contra aquellos terroríficos seres. Y como todo estaba preparado por la malvada fabricante, lo que decían los anuncios era verdad, y cuando los niños de la casa entregaban sus caramelos, los monstruos bandidos los dejaban tranquilos y se iban.
Las ventas de caramelos se dispararon, pero de forma poco justa. Mientras los niños de familias ricas acumulaban montones y montones de golosinas para protegerse de los terribles acontecimientos, los niños pobres sufrían las peores pesadillas al saber que no tenían ni un triste caramelo con el que calmar a los monstruos. Además, como los caramelos tenían tanto valor, los niños comenzaron a volverse egoístas y desconfiados, y resultaba imposible verlos compartir sus golosinas como siempre habían hecho.
Afortunadamente, maldades tan malvadas no pueden durar mucho, Un detective muy listo descubrió los planes del avariciosos fabricante y sus cómplices, y todos ellos acabaron dando con sus huesos en la cárcel.
Pero resulta que el miedo a los monstruos no se terminó, y que los niños ricos seguían acumulando caramelos y golosinas con el mismo egoísmo con el que lo hacían bantes de que todo fuera descubierto, y que los niños probres continuaban viviendo aterrorizados por la falta de dulces.
Todos los papás y mamas de la ciudad, ya fueron ricos o pobres, estaban tan preocupados que celebraron una reunión especial de forma urgente ¿Como podían resolver el egoísmo de unos, y el miedo de los otros?
La genial solución vino del mismo ingenioso detective: seguirían igual que antes, pero como los malvados estaban en la cárcel, el papel de monstruos lo harían los niños mas pobres.
Así, la noche siguiente, los papas de los niños mas pobres acompañaron a sus hijos a hacer de monstruos. Y tan bien lo hicieron, que los niños ricos mes dieron buena parte de sus dulces. De está forma, al cabo de unas cuantas noches, casi todos los niños tenían la misma cantidad de golosinas y ningun miedo, porque a pesar de su esfuerzo por parecer unos monstruos terribles, los niños mas chiquitines descubrian fácilmente su disfraz, y todos se dieron cuenta de que por las calles de la ciudad de Halloween no habría ningún monstruo, sino un montón de niños que se lo pasaban fenomenal disfrazandose y compartiendo sus caramelos.