crea un final diferente para "las chicas de alambre"
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
no lo sé en que otra cosa te puedo ayidar
Respuesta:
>>No me di cuenta y ya estaba en el aeropuerto de Barcelona, fui a recoger mi maleta y una vez en el taxi, aproveché para llamar a Sofía.
-Acabo de llegar, ¿nos vemos dentro de… dos horas? -dije, mirando el reloj.
-Ah... vale. Bueno, ¿te pasarás por la editorial? -dijo Sofía.
-Sí.
-Entonces nos vemos allí.
-Vale, chao.
Me pasé por casa, me di una ducha y leí el periódico. Por mi cabeza iban pasando pensamientos; no sabía qué hacer. Pensé que por el camino ya me vendría alguna idea, así que cogí el coche hasta la editorial.
Entré y vi a Sofía allí sentada leyendo unos documentos, me acerqué a ella y sin que me viera le di un beso en la cabeza. Se dio un susto y se giró.
-¡Jon! Eres tú... -dijo ella. Yo sonreí. - ¿Que tal te ha ido?
-Bien, un lugar muy bonito. -le dije; ella frunció las cejas.
-¿Qué sabes de Vania?
-¿Qué sé? Muchas cosas… -me reí, pero ella se estaba cabreando. -Está bien, encontré a Noraima y me enseñó su tumba.
Sofía se quedó boquiabierta, y yo le dije:
-Pero no te preocupes, ahora sé que ella vive en paz y en tranquilidad, y guardaré para siempre sus memorias. -casi se me echa a llorar, pero estuve a tiempo.
-¿Lo dices en serio? ¿Quieres decir que…? -casi se le saltaban las lágrimas.
-He descubierto algo. Por el momento no te lo puedo decir, mi madre me está esperando, pero te lo contaré luego. No te preocupes. -le di un beso en la mejilla y me avancé hasta la puerta del despacho de mi madre. Me lo pensé dos veces antes de entrar, pero al final me decidí:
-Hola mother.
-Jon, ¿ya estás aquí? -me preguntó ella. Estaba leyendo una revista, pero la dejó aparcada.
-¿Qué tal con Sofía? -no quería entrar directo al tema, aún no sabía que decirle.
-Bien. Tienes buen gusto con las mujeres, y parece que le gusta el trabajo.
-Me alegro. -mi madre me notó que no quería soltar prenda.
-¿Qué hay de tu investigación?
-Me parece que ya la he acabado. -mi madre sonrió. -Fui a casa de Noraima Briezen, la…
-Ya sé quién es. -me cortó en seco mi madre.
-Bien, pues ella me enseñó la tumba de Vanesa Molins.
Mi madre, igual que Sofía, se quedó estupefacta.
-Hay algo que aún no me has contado, ¿verdad?
-Como se nota que eres mi madre… -me rendí. No podía conservar esa mentira en mi interior, y mentir a los demás. En realidad, estaba lleno de felicidad, y no lo podía ocultar ni un minuto más. Recordé las palabras de Vania: `Jon, no seas tonto: tienes lo que habías venido a buscar. Escríbelo tú, o mañana vendrá otro con menos escrúpulos y lo hará a su aire.' Tenía razón, aunque también pensaba en ella. Ahora es feliz.
-¿Así qué? - me preguntó Paula.
-Vive allí, en casa de Noraima, llena de paz, tranquilidad, y sobretodo, felicidad. Y no pienso que lo vaya a cambiar. Una noticia como esa, haría que ya no fuera así.
Ahora sí que mi madre estaba totalmente pasmada; yo me había quedado como si lo que hubiera dicho no era más que una frase cualquiera.
-¿Viste hasta donde es capaz mi intuición? -dijo después de dos minutos de silencio. - Jonathan, ¿que vas a hacer?
-Ahora ya lo sabes…
-Ya, ¿y qué?
Me encogí de hombros. Ella ya me entendía, se acercó y nos dimos un abrazo. Me sentía desanimado.
-Tómate unos días de relax y luego me dices que has decidido. -cuándo quiere, mi madres también es comprensiva. Le di un beso de `gracias'.
Cuando salí del despacho Sofía aún estaba allí, pensé qué le contaría, pero mejor de camino al restaurante. Esta noche íbamos a cenar. Así que lo dejé para más tarde, y no pensé más en el asunto de Vania, ahora delante de mis ojos tenía a otra preciosidad.
Explicación:
ahi esta la respuesta que buscas, los puntos por favor, buena respuesta.