crea un cuento sobre la violencia
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En el espejo. Luis Pisa Tolosa, escritor español. Cuento para padres, cuento sobre la violencia de género.
Diego era un niño de siete años, vivía en un barrio de una gran ciudad, tenía muchos amigos y una gran familia. Era hijo único, por lo que en casa no tenía con quien divertirse, su madre era ama de casa y su padre trabajaba mucho y solía llegar tarde, pero eso sí, no faltaba a ningún desayuno con él y su madre. Mamá era todo ternura y papá era un poco más frío pero no por ello le quería menos. Era un día de febrero cuando se levantaron los tres y ocurrió algo que él nunca había visto, ¡mamá llevaba un ojo morado!
Él preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?-
Pero papá irrumpió rápidamente y le dijo
– Nada Diego, es normal.
Pero todos los desayunos empezaron a hacerse extraños por la apariencia de mamá y por el silencio. Un día mamá despertó con el labio partido y Diego preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?
De nuevo irrumpía papá
-Nada Diego, es normal. Pasaban los días y mamá levantaba con golpes en el cuerpo, en las mejillas… y Diego quería saber
– ¿Qué te pasa por las noches mamá? Mamá callaba y papá decía
– Diego, no pasa nada, es normal.
Un día papá apareció en casa antes de lo normal, había discutido con unos socios y llevaba el labio partido, los ojos hinchados y morados y el brazo no paraba de sangrar.
Diego no preguntó, lo cogió de la mano y de la otra cogió a mamá, los llevó al espejo y le dijo a papá
– No te preocupes, no es nada, es normal.
Desde aquella mañana, el monstruo en el que se había convertido papá al maltratar a mamá cesó y todas las mañanas mamá levantaba con buena cara, desde entonces papá era el que preparaba el desayuno y se volvía a reír y a disfrutar del desayuno como antes de los golpes.
Diego era un niño de siete años, vivía en un barrio de una gran ciudad, tenía muchos amigos y una gran familia. Era hijo único, por lo que en casa no tenía con quien divertirse, su madre era ama de casa y su padre trabajaba mucho y solía llegar tarde, pero eso sí, no faltaba a ningún desayuno con él y su madre. Mamá era todo ternura y papá era un poco más frío pero no por ello le quería menos. Era un día de febrero cuando se levantaron los tres y ocurrió algo que él nunca había visto, ¡mamá llevaba un ojo morado!
Él preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?-
Pero papá irrumpió rápidamente y le dijo
– Nada Diego, es normal.
Pero todos los desayunos empezaron a hacerse extraños por la apariencia de mamá y por el silencio. Un día mamá despertó con el labio partido y Diego preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?
De nuevo irrumpía papá
-Nada Diego, es normal. Pasaban los días y mamá levantaba con golpes en el cuerpo, en las mejillas… y Diego quería saber
– ¿Qué te pasa por las noches mamá? Mamá callaba y papá decía
– Diego, no pasa nada, es normal.
Un día papá apareció en casa antes de lo normal, había discutido con unos socios y llevaba el labio partido, los ojos hinchados y morados y el brazo no paraba de sangrar.
Diego no preguntó, lo cogió de la mano y de la otra cogió a mamá, los llevó al espejo y le dijo a papá
– No te preocupes, no es nada, es normal.
Desde aquella mañana, el monstruo en el que se había convertido papá al maltratar a mamá cesó y todas las mañanas mamá levantaba con buena cara, desde entonces papá era el que preparaba el desayuno y se volvía a reír y a disfrutar del desayuno como antes de los golpes.
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