contraargumento sobre la violencia de pareja
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La violencia de pareja, violencia conyugal o violencia marital, en conjunto con el maltrato infantil, el maltrato a personas en situación de salud mental, el maltrato a personas de la tercera edad
¿Qué es la violencia en las parejas?
La violencia en la pareja se refiere a cualquier comportamiento, dentro de una relación íntima, que cause o pueda causar daño físico, psíquico o sexual a los miembros de la relación. A continuación se enumeran algunos ejemplos: Agresiones físicas, por ejemplo abofetear, golpear, patear o pegar.
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Nos estamos acostumbrando a presenciar como una normalidad situaciones en la sociedad en donde se emplea la violencia como argumento para defender las posiciones que los violentos quieren proteger y mantener. Así, la palabra y la vía del debate han dejado paso a los gritos, los golpes, y la presión psicológica. Como si se quisiera vender cualquier tipo de oposición mediante el miedo de la parte con la que se tiene un conflicto. Y estas reacciones las estamos viendo con inusitada frecuencia, tanto en la familia, como en el trabajo, o en cualquier lugar que frecuentemos.
La violencia en general se ha extendido como la pólvora. Existe esa violencia en el hogar para conseguir vencer por la fuerza a quien no piense como el violento, y aunque se trate de personas de su entorno, porque lejos han quedado los tiempos en los que en la familia existía un círculo de protección en donde nadie podía ejercer la violencia contra uno de sus miembros. Pero ahora los casos de violencia en el hogar se han incrementado con porcentajes que dan miedo. También en la carretera se comprueba esa violencia mezclada con el consumo de alcohol y drogas. Se agrede a los sanitarios, a los profesores, en las comunidades de propietarios, etcétera.
Pero también comprobamos la violencia en cualquier área de la sociedad cuando se quiere vencer a la parte que opina de otra manera y en lugar de debatir, o buscar un abogado para resolver el problema se usa la violencia para zanjar el tema. Es el argumento de la violencia, que no solo puede ser física, sino que, también, se emplea la violencia psicológica cuando, por ejemplo, en el trabajo, o en las relaciones sociales se pretende por el agresor ejercer un ataque con presiones a otra persona.
Está claro que este no es el mensaje que tiene que trasladarse en la sociedad, pero el problema es que esta forma de actuar la estamos viendo en la televisión en muchos programas donde se ejerce violencia física y psicológica, y lo vemos en la calle, pero sin que nadie haga nada, porque lo vemos normal. Hemos llegado a un punto donde consideramos algo habitual el ejercicio de la violencia, e incluso se aplaude al violento psicológico, porque no se considera que ejerce violencia psicológica, sino que es «más convincente» en sus argumentos, cuando el único argumento es que levanta más la voz que los demás. Y lo peor de ello es que como se comprueba que el sistema funciona se convierte en un modelo de imitación que lleva a extender esa actitud a quienes quieren conseguir algo concreto. Y llegan a un punto en que nadie considera que se ejerce violencia cuando se levanta la voz, cuando se grita, cuando alguien se levanta y señala con el dedo a alguien para reprocharle cualquier conducta y vencerle. Además, estas conductas suponen una advertencia para transmitir respeto y miedo a los demás.
La violencia en general se ha extendido como la pólvora. Existe esa violencia en el hogar para conseguir vencer por la fuerza a quien no piense como el violento, y aunque se trate de personas de su entorno, porque lejos han quedado los tiempos en los que en la familia existía un círculo de protección en donde nadie podía ejercer la violencia contra uno de sus miembros. Pero ahora los casos de violencia en el hogar se han incrementado con porcentajes que dan miedo. También en la carretera se comprueba esa violencia mezclada con el consumo de alcohol y drogas. Se agrede a los sanitarios, a los profesores, en las comunidades de propietarios, etcétera.
Pero también comprobamos la violencia en cualquier área de la sociedad cuando se quiere vencer a la parte que opina de otra manera y en lugar de debatir, o buscar un abogado para resolver el problema se usa la violencia para zanjar el tema. Es el argumento de la violencia, que no solo puede ser física, sino que, también, se emplea la violencia psicológica cuando, por ejemplo, en el trabajo, o en las relaciones sociales se pretende por el agresor ejercer un ataque con presiones a otra persona.
Está claro que este no es el mensaje que tiene que trasladarse en la sociedad, pero el problema es que esta forma de actuar la estamos viendo en la televisión en muchos programas donde se ejerce violencia física y psicológica, y lo vemos en la calle, pero sin que nadie haga nada, porque lo vemos normal. Hemos llegado a un punto donde consideramos algo habitual el ejercicio de la violencia, e incluso se aplaude al violento psicológico, porque no se considera que ejerce violencia psicológica, sino que es «más convincente» en sus argumentos, cuando el único argumento es que levanta más la voz que los demás. Y lo peor de ello es que como se comprueba que el sistema funciona se convierte en un modelo de imitación que lleva a extender esa actitud a quienes quieren conseguir algo concreto. Y llegan a un punto en que nadie considera que se ejerce violencia cuando se levanta la voz, cuando se grita, cuando alguien se levanta y señala con el dedo a alguien para reprocharle cualquier conducta y vencerle. Además, estas conductas suponen una advertencia para transmitir respeto y miedo a los demás.
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