Construye tres argumentos que sostengan el pensamiento general de la globalización de la solidaridad
Respuestas a la pregunta
Explicación:
El sistema internacional de Estados se encuentra en el fin de siglo en una situación contradictoria. Existen los procedimientos y los medios técnicos que facilitan una relación estrecha entre los países y las sociedades. Tanto el comercio como las vinculaciones científicas y culturales se pueden realizar de forma rápida y con alto grado de conocimiento y transparencia. Pero las relaciones económicas de poder del sistema internacional, o sea, la economía política global define jerárquicamente en qué sitio se encuentran los Estados y regiones del planeta. Estas relaciones de poder económico y político tienen consecuencias graves para sectores de la sociedad mundial que la acción solidaria trata de paliar y/o modificar.
Es una tarea compleja establecer unas relaciones solidarias entre los países centrales (en términos científicos-comerciales-políticos y militares) y los países periféricos (los vagamente denominados del Sur o Tercer Mundo) que tienen menos desarrollo científico, disfunciones entre su riqueza natural y sus capacidades de explotación y gestión comercial de las mismas, y Estados poco o nada consolidados. El objetivo solidario es todavía más complicado si se tiene en cuenta que el mundo no está dividido nítidamente entre el Norte y el Sur, sino que hay un solo sistema internacional de Estados y un mercado global único con múltiples jerarquías e interrelaciones. Dentro de ellos hay Estados con diferentes grados de poder y debilidad, y actores no estatales que desarrollan estrategias desde dentro y desde fuera de los Estados, como son las empresas transnacionales de producción de bienes y de actividades financieras, las compañías de seguros y las auditorías.
El llamado Norte es, en realidad, un conglomerado de grupos e intereses. Por otra parte, las sociedades afectadas por la pobreza y sus efectos en las que se pretende ejercer la acción solidaria no son entidades pasivas. Por el contrario, tienen procesos históricos, características particulares (por ejemplo, diferentes lenguas, etnias, identidades nacionales) y relaciones internas de poder. El sistema colonial y el neocolonial o imperialista (cuando ya funcionaban Estados soberanos en la periferia) impuso a las sociedades periféricas relaciones internas y estructuras de gestión. Se generaron alianzas y élites que construían sus espacios y sus lazos de unión con las metrópolis. Ese doble movimiento de poder hacia dentro (generalmente autoritario y corrupto) y alianza hacia fuera con el poder en Europa o EEUU se ha prolongado hasta ahora. En países como la República Democrática del Congo (ex-Zaire) hay una secuencia de alianza local con los centros externos de poder que van desde la época colonial hasta Kabila, pasando por Mobutu. Estos poderes locales son generalmente un impedimento antes que una ayuda para establecer relaciones solidarias.
Las mediaciones
Entre los actores que desean ejercer la acción solidaria en los países centrales y en los periféricos, y los que deben recibirla hay, por lo tanto, muchas mediaciones encarnadas tanto en actores estatales como no estatales. La mundialización de las relaciones económicas favorece la comunicación entre ellos: se conocen con más rapidez los problemas, hay más posibilidades de actuar coordinadamente. Pero, al mismo tiempo, las posibles soluciones de las cuestiones no pueden ser abordadas sólo en escalas nacionales o sólo a dos bandas (entre donante y beneficiado). La mundialización obliga a estrategias que miren hacia adentro pero tengan en consideración las circunstancias globales.
La globalización ha sido analizada en la última década por algunos autores como una estructura omnipotente. Los ultraliberales económicos la consideran como un punto de inflexión a partir del cual se produce el triunfo casi absoluto del mercado libre por encima de otras opciones. Desde la izquierda, algunos analistas consideran que es un triunfo del sistema capitalista que parece dejar pocos resquicios de resistencia. Curiosamente, un punto de acuerdo implícito entre ambos sectores es la solidaridad: los ultraliberales la consideran necesaria para paliar las crisis humanitarias y atender a los sectores que no son suficientemente dinámicos o no han sabido adaptarse a las reglas del mercado. Parte de la izquierda ve necesaria la solidaridad como una forma de mantener los valores morales y atender a las víctimas de la globalización. Autores como James Petras consideran que la solidaridad es, en este punto, una coartada que sirve a unos para apaciguar a las víctimas y a otros para cooperar en esa tarea de forma consciente o inconsciente y, además, obtener un provecho de la situación.
En realidad, los problemas de los que se ocupa la solidaridad -englobados en la pobreza y sus manifestaciones, las crisis humanitarias, y las violaciones de derechos humanos- no pertenecen solamente al ámbito del denominado Tercer Mundo.