Considerando este fragmento como parte de una obra de comedia, ¿Cuál es el desenlace que espera a Inés y Ruperta? *
a) Inés superará sus obstáculos y tendrá un final feliz; Ruperta será castigada o puesta en ridículo.
b) Inés tendrá un final trágico y morirá; Ruperta aprenderá sus lecciones y corregirá su actuar.
c) Ruperta tendrá un final feliz superando sus problemas; Inés será castigada y ridiculizada.
d) Ambos personajes tendrán un final en el que no habrá cambios con respecto a su situación inicial.
(La escena pasa en la capital del departamento de Z, en casa de don Victoriano. El lugar de la escena es una sala modestamente amueblada, con dos puertas laterales, y una puerta y una ventana en el fondo, que dan a un patio exterior).
ACTO PRIMERO - ESCENA I
INÉS.- (Entretenida en su costura canta una canción cualquiera).
ESCENA II
Dª RUPERTA.- ¡Inés! ¿Qué bulla es esa?
INÉS.- Cantaba, tía, para entretenerme y hacer menos pesado mi trabajo
Dª RUPERTA.- ¡Sí!, pero debieras tener presente que tu prima está durmiendo.
INÉS.- Como ya es tarde, creía que Dorotea se hubiera levantado.
Dª RUPERTA.-¿Y Cómo piensas, inconsiderada muchacha, que una niña tan delicada y tan nerviosa como mi hija, haya de levantarse antes de las once del día? ¿Has olvidado que estuvimos anoche en el baile con que este pueblo festejó a nuestro simpático diputado?
INÉS.- [(Aparte) ¡Vaya si lo habré olvidado, cuando no quiso llevarme!]. ¡Pues por eso mismo, tía mía, por lo mismo Dorotea es débil y enfermiza, no debería recogerse tarde!
Dª RUPERTA.- ¿Qué dices?
INÉS.- Que acostándose temprano, podría Dorotea levantarse también temprano.
Dª RUPERTA.-; ¿Y quién te mete a ti venir con reglas sobre lo que no entiendes? ¿Qué sabes tú de bailes y de recogidas temprano o tarde?
INÉS.- Nada sé de eso, tía; pero...
Dª RUPERTA.- ¡Sabe que mi hija se levanta a la hora que le da la gana, porque es rica y tiene con qué darse gusto!
INÉS.- Pero, tía, cálmese usted: yo no he dicho eso, sino porque...
Dª RUPERTA.- ¡No faltaba más sino que tú vinieras a enseñarme a mí las reglas del buen tono; a mí que he nacido, que he crecido en Santiago, y que crío y educo a mi hija como conviene a una persona de su clase! ¿Te parece que en Santiago se va a un baile a prima noche para recogerse a horas de cenar? ¡Pobre muchacha provinciana! Venir a enseñarme estas cosas a mí, que acabo de hablar con él... Si tú lo hubieras oído hablar anoche, habrías comprendido...
INÉS.- ¿A quién, tía?
Dª RUPERTA.- ¿A quién ha de ser sino a nuestro simpático diputado, don Faustino Quintalegre, que anoche estuvo divino?
INÉS.- ¡Ah!
Dª RUPERTA.- ¡Qué talento de hombre! ¡Qué maneras tan distinguidas, qué aire tan cortesano, qué movimientos tan elegantes, y sobre todo, qué galán con las niñas! No se separó, en todita la noche, de Dorotea, y bailó ocho veces con ella.
INÉS.- ¡Ocho veces!
Dª RUPERTA.- Sí, sí; ocho veces. Las llevé en cuenta, con las cuentas de mi rosario.
INÉS.- Todo eso podrá ser, tía; pero ¿quiere que le diga una cosa?
Dª RUPERTA.- ¡Habla!
INÉS.- Es que usted le está metiendo a mi prima mucho más bulla que yo.
Dª RUPERTA.- Es verdad, que como tengo una voz tan vibrante, según me dijo anoche Faustino... ¿Sabes tú lo que significa esta palabra vibrante? El también me lo explicó... ¡Ah! voy a ver si esa pobrecita duerme. Es tan nerviosa como yo cuando tenía su edad. (Vase).
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