considera que es tu centro educativo hay discriminacion? fundamenta tu respuesta
Respuestas a la pregunta
Respuesta: La educación es la primera tarea de la democracia, entendida no solamente como régimen de gobierno sino,
sobre todo, como cultura de vida en y para la sociedad. Esta no se crea ni se sostiene sin una ciudadanía consciente,
bien informada y políticamente activa en sociedades en las que todas las personas se asumen como sujetos de
derechos y los defienden para sí y para sus semejantes. La herramienta clave para la construcción de una ciudadanía
plena es la educación, un esfuerzo sostenido y permanente del Instituto Interamericano de Derechos HumanosIIDH a lo largo de sus más de treinta años de existencia para apuntalar los procesos democratizadores y en tiempo
reciente contribuir a visibilizar la extrema pobreza y la desigualdad en la región, como violación de derechos
humanos en el contexto democrático.
La educación en derechos humanos justifica nuestra existencia regional y proyección hacia el futuro de los
derechos humanos en América Latina y El Caribe, por lo que a partir de 2000 se emprendieron estrategias que
hicieron mucho más énfasis en la responsabilidad internacional de los 19 Estados parte y firmantes del Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, “Protocolo de San Salvador”, de realizar,
garantizar y promover los derechos a la educación y a la educación en derechos humanos, tal como se establece en
el artículo 13 del citado instrumento.
La experiencia y bagaje institucionales se han concretado en importantes aportes. El primero de ellos es el
sistema de informes de la EDH, que se inició en 2002, mediante el cual se ha venido siguiendo anualmente el
cumplimiento del Art. 13 y 13.2 del Protocolo de San Salvador desde una visión en la que la construcción de la
ciudadanía plena está dirigida, entre otras finalidades, a prevenir cualquier regresión en materia de institucionalidad
democrática.
El IIDH tiene la convicción de que la educación es el instrumento por excelencia para construir sociedades justas,
solidarias y en paz, por lo que formuló la Propuesta curricular y metodológica para la inclusión de contenidos de
derechos humanos en el currículo de la educación formal dirigida a la población escolar entre los 10 y los 14 años.
El marco lógico y estratégico que engloba estas iniciativas –acompañadas, además, por diversos emprendimientos
de difusión y promoción de los derechos humanos en variados campos de trabajo- es el Pacto Interamericano por
la Educación en Derechos Humanos, una propuesta de construcción de política pública dirigida a fortalecer el
cumplimiento efectivo del artículo 13 y 13.2 del Protocolo de San Salvador, promovido por los ilustres gobiernos
de El Salvador y Uruguay, y con el apoyo de Costa Rica, República Dominicana, Colombia, y Perú. En 2010,
el PIEDH fue respaldado por la Asamblea General de la OEA celebrada en la ciudad de Lima Perú, mediante la
resolución AG/RES. 2604 (XL‐O/10), que alienta a los Estados a “… continuar apoyando al Instituto Interamericano
de Derechos Humanos en las actividades y proyectos educativos que, con base en su mandato, realiza a nivel
nacional y regional (…)”.
Sumado a lo anterior, en su apuesta por la construcción de sociedades igualitarias, democráticas, inclusivas
y libres de estereotipos sexistas, el IIDH adoptó el Marco estratégico 2011-2014 “La educación como clave del
futuro democrático”, en plena congruencia con los principios que animan nuestra labor, marcada por el pluralismo
ideológico, el respeto a los derechos humanos de todas las personas, la diversidad sexual y cultural, las libertades
fundamentales y la igualdad entre mujeres y hombres.
Este compromiso nos lleva a la constante búsqueda, identificación y elaboración de propuestas metodológicas
y desarrollos teóricos conceptuales en el campo de la EDH que respondan a las necesidades, retos y desafíos que
enfrenta el entorno escolar de nuestras democracias. Uno de ellos es la rápida expansión y gravedad de incidentes
de violencia sexual, física, psicológica y hasta patrimonial entre estudiantes en los espacios educativos, un
fenómeno conocido como “acoso escolar”, “matonismo” o “bullying”. Sus impactos en el corto plazo comprometen
seriamente el derecho de los niños, niñas y adolescentes a una educación libre de violencia y discriminación; en
el largo plazo sus secuelas en la vida adulta pueden incidir negativamente en la seguridad y desarrollo individual
y social.