Conflictos políticos que se hablan en la obra El olvido que seremos, porfa
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Ya somos el olvido que seremos”. La primera línea del famoso soneto de Borges sobre la transitoriedad de la existencia humana sirve de título a este libro de memorias; libro de recuerdos de niñez y de mocedad; biografía afectiva que el hijo ofrece a su padre como “homenaje a la memoria y a la vida de un padre ejemplar” (274). El olvido que seremos es un libro testimonial, auténtico, que no trata de esconder la realidad detrás de un mundo ficticio. El narrador es Héctor Abad Faciolince y el “protagonista” es Héctor Abad Gómez. Al contrario de tanta literatura sobre la conflictividad de la relación entre padre e hijo ––pensemos solamente en la famosa carta de Kafka a su padre––, esta obra es una declaración de amor del hijo al padre, que a veces sugiere una interpretación freudiana del complejo de Edipo en la versión homoerótica, por ejemplo, cuando el hijo insiste en dormir en las sábanas usadas por el padre o cuando el padre tiene la obsesión de ver la película “Muerte en Venecia” varias veces con su hijo.
El fondo de esta biografía de Héctor Abad Gómez es la clase media de Colombia en la segunda mitad del siglo XX, tratada en torno a la familia de un profesor universitario de medicina, una esposa, que trabaja en una empresa privada, y sus cuatro hijas y un hijo, el narrador. Dentro de la familia se observan las diferentes corrientes ideológicas en el país: la madre católica tradicionalista y el padre liberal y anticlerical. Sin embargo, con respeto mutuo y amor, esta situación no da para conflictos en la familia. Las especialidades del padre como profesor son la salud pública y la medicina preventiva. Por eso se dedica con fervor a proyectos en los barrios de los pobres, donde la situación higiénica es más que deficiente. Es una actividad que tiene su compromiso político y, por eso, el doctor Abad entra en conflicto con el gobierno conservador de la universidad y con las autoridades, también conservadores del país. Varias veces tiene que hacer un “sabático” involuntario en el extranjero y, a los 61 años, es jubilado por la universidad sin haberlo pedido.
A pesar de todas las dificultades, el doctor sigue luchando con sus palabras, denunciando públicamente defectos e invitando a la gente a mani-festaciones en las calles de Medellín. En el ambiente de violencia en Colombia, en los años 70 y 80, no extraña que sea “ejecutado” el 25 de agosto de 1987 por dos paramilitares en pleno día, por dos jóvenes “con el pelo al rape típico de la milicia” (243), de los cuales no se sabrá nunca nada por el evidente desinterés de la administración de justicia en las investigaciones. Traumatizado por esta tragedia, el hijo-autor necesita casi veinte años para poder escribir este libro con la intención no de prevenir el olvido –algo imposible, porque ya somos el olvido que seremos– sino de “alargar (el) recuerdo un poco más, antes de que llegue el olvido definitivo” (255).
Como es de suponer, el libro está escrito con pasión, con ternura; a veces en un tono tan exaltado que nos hace llorar y que llega casi al límite de la cursilería ¿Pues qué? No me parece tan malo hoy en día en medio de un ambiente literario predominantemente frío, sin amor y sin valores.
Ewald Weitzdörfer
Explicación:
Respuesta:
El olvido que seremos es la reconstrucción amorosa y paciente de un personaje; está lleno de sonrisas y canta el placer de vivir, pero muestra también la tristeza y la rabia que provoca la muerte de un ser excepcional
Explicación:
A través de esta obra, el autor retrata diferentes episodios familiares y deja manifiesto el sentimiento de indignación por las injusticias sociales, la impotencia de hacer frente a un monstruo invisible que rondaba el país y su familia, y el estremecimiento por el dolor de la muerte de su padre.