Religión, pregunta formulada por anjiur1995, hace 5 meses

condición de valor que tiene la vida del hombre y la mujer​

Respuestas a la pregunta

Contestado por teresacotrinanevado
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Respuesta:

esque algunos son selosos

Contestado por jhoananicolecalderon
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Nuestra condición según las Escrituras.

La Biblia presenta al hombre como pecador, depravado, corrupto y alejado de Dios. Es algo totalmente opuesto a lo que se enseña en algunas iglesias hoy en día. Hoy se dice que eres: “hijo del rey”, “eres un príncipe” y toda cosa que exalte al hombre provocando de una forma u otra que se oculte la verdadera condición del hombre. Dios le dio a Adán un mandamiento que no obedeció dándole así, entrada al pecado. (Romanos 5:12)

Al ocurrir tal incidente en el Jardín del Edén, toda la raza humana quedó expuesta al infierno, quedó sucumbida totalmente en el pecado. Ya no es necesario que intervenga ninguna fuerza externa en nosotros para hacernos pecar, ya que nosotros mismos reflejamos qué tan malos somos. Con nuestros hechos damos a mostrar que nuestro corazón está inclinado totalmente al mal como expresan las Escrituras.

El pecado es la peor enfermedad espiritual que alguien puede tener, y nadie está exceptuado de ella. ¡Todos estamos muertos! El hombre no es alguien un poco bueno y un poco malo, el hombre es completamente malo, no hay nada bueno en él. Esto no quiere decir que en algunos momentos no podamos hacer cosas buenas, ¡claro que podemos! pero no es la naturaleza original humana. Somos tan depravados que sin siquiera nacer ya merecíamos la muerte eterna, ya estábamos destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23)

Dios siempre ha conocido el corazón del hombre. Desde el principio de la humanidad el pecado ha existido y ha estado en el corazón de cada ser humano. Todos nuestros sentidos son cautivos del pecado y esa realidad no ha cambiado. Todo nuestro ser no hace más que pecar. Aún nuestras mejores obras, no sirven. No existen momentos en que no pequemos, siempre pecamos y estamos inclinados al mal. (Génesis 6:5, Isaías 64:6)

Si es cierto que todos somos malos y pecadores, y peor aún, cierto que aún lo ‘bueno’ que hacemos es pecado, entonces no nos queda más que aceptar la cruda realidad: ¡Estamos perdidos! Realmente lo estamos. No solo pecamos sino más bien, somos amantes al pecado. No es que tan solo somos pecadores sino peor, nos gusta pecar, nos deleitamos en el pecado, nuestro corazón está lleno de abominación contra Dios. Todo lo que pensamos, hablamos y hacemos, va en contra de la naturaleza divina de Dios.

Usualmente vemos como las personas buscan tener una alta autoestima. Buscan sentirse importante, buscan que lo elogien, buscan fama, llamar la atención, ser los más morales posibles. Pero esto lo hacen porque son arrogantes y hacen únicamente lo que le indica su corazón: Vanagloria, la cual es pecado. La moralidad o bondad no te hace menos pecador. Tú puedes ser el más moral y ‘bueno’ en toda la faz de la tierra y sigues sin merecer siquiera que Dios te mire. (Romanos 3:11, 12)

Fijémonos en un niño. Por naturaleza a los niños no hay que enseñarle lo malo ya que lo aprenden por sí solos. Aprenden a desobedecer, a golpear y a todo lo malo. Pero lo bueno hay que enseñárselo e inculcárselo arduamente. Pero, ¿a qué se debe esto? Se debe exactamente a la naturaleza caída del hombre, a su pecado interior y a su destitución y alejamiento de Dios. Se debe a su amor al pecado. El pecado no es algo que se aprende después de nacer, más bien se nace con él y no necesitamos que se nos enseñe a practicarlo. (Salmos 51:5, Salmos 58:3)

El salmista entendía quien era. Sabía que nació en pecado. No creía que se hizo pecador en el transcurso de su vida ni nada por el estilo. ¡No! Este hombre entendía que nació con el pecado en su interior y que era algo que él no podía quitar, era algo que estaba en su corazón y que a pesar de todo seguía desobedeciendo a Dios. El hombre está depravado totalmente. No puede amar el bien, no puede venir a Dios, no quiere amar la Luz. (Juan 3:19)

Esto quiere decir que no importa cuántas veces el hombre tenga la oportunidad de elegir a Cristo y su Luz, no lo hará a menos que una fuerza exterior a él (El Espíritu Santo mismo) actué en su corazón y lo cambie. ¿Por qué es necesario un cambio de corazón para creer en Cristo? Porque éste está tan corrompido que solo se inclina al mal y solo anhela el deseo pecaminoso. El hombre solo quiere pecar y hacer el mal. Nada puede evitarlo. Es una realidad que no se puede confiar en el corazón. Si el corazón está corrompido y es necesario un cambio, por ende es necesaria una regeneración total y real

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