Conclusión sobre el hombre y la sociedad
Respuestas a la pregunta
Explicación:
La persona conquista su personalidad con la calidad de sus relaciones. Esto se logrará dejando en segundo lugar el logro de la propia perfección para buscar en primer término, nuestro " ser con " nuestros semejantes saliendo del egocentrismo.
Debemos pues, enseñarle al hombre:
1." Ser por ". Necesita comprender que somos fruto de generaciones precedentes, de filiación. Que aunque nos vengan dadas, impuestas, debemos saber aceptarlas libremente para llegar a la autorrealización. Si estas relaciones son rechazadas termina uno no aceptándose a sí mismo y al Creador.
2." Ser con ". Se refiere a sus relaciones conyugales y convivenciales, relaciones que la naturaleza sugiere indisolubles, fieles, abiertas a la vida con el fin de asegurar la supervivencia del hombre y la sociedad en la historia.
3." Ser para " Nos referimos aquí a las relaciones de producción y de procreación. El hombre es capaz de construir libremente el mundo y su historia, de dirigir, de orientar su destino. De elegir ser "con y para " Dios, o ser "sin y contra" Él.
Esta triple conjugación de ser "con, por y para" nos lleva al mundo de la afectividad, de los sentimientos.
Los sentimientos son capaces de modificar nuestra percepción de la realidad, resultando en cierto modo incontrolables llegando a constituirse en verdaderas tragedias. No hay experiencia humana, podemos pues decir, que no sea también una experiencia afectiva.
El hombre es un ser en el mundo, es como decíamos, un ser encarnado en el mundo, siendo la afectividad esa unión del universo exterior y el interior, estamos afectados por el mundo y esto mismo condiciona nuestra relación con él.
Cuando la vida afectiva lleva a la apertura del ser humano, llevándole a una emotividad ni excesiva ni deficitaria, decimos que constituye una ayuda para conseguir una existencia lograda. Sobre la realización de una vida afectiva plena, ante Dios no puede haber tampoco ningún "neurótico" o enajenado. Esto sólo ocurriría si espiritualmente no vive ante Dios sino solo ante el hombre en el que no puede encontrar el tú de su yo sino solamente el yo.
El hombre pues podrá fracasar en el mundo, ser un inútil social, podrá pasarle de todo, pero si tiene verdaderamente fe en Dios, no se volverá loco. La madurez personal logrará que la afectividad no pierda ese carácter unificador.
Hay pasiones que se inician en el cuerpo y terminan en el alma, como el dolor somático, y otras en el alma y terminan en el cuerpo, como la tristeza.
Toda imagen del hombre que no sea capaz de considerar sus tres dimensiones física, psíquica y espiritual, como contempla la fenomenología, incurrirá en un reduccionismo. No se puede ayudar a una persona que acuda a nosotros a partir de una concepción antropológica que considere al hombre menos de lo que es, hay que contemplar también su dimensión teológica.
El hombre verdaderamente afectivo, lo que desea, es tener un motivo para ser feliz, no que se sienta feliz.
El hombre vive inmerso en el tiempo, es un ser en el tiempo. El tiempo es el corazón de la existencia y la fase más importante del tiempo para el hombre no es ni el presente ni el pasado, sino el futuro. El hombre solo se comprenderá a sí mismo proyectándose sobre el porvenir y dotándolo de esperanza hacia la eternidad.