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Respuesta:
Hoy en día, el azote del nacionalismo continúa infectando a la especie humana. Sin duda, en algunos círculos, la gente debate acaloradamente el tema. Para la mayoría de la gente, sin embargo, el concepto de nacionalismo es raramente cuestionado. De hecho, es una conclusión inevitable que la gente debe amar a la nación en la que residen. Algunas personas incluso se enorgullecen en el hecho de que ellos nacieron arbitrariamente en una ubicación geográfica específica. Por desgracia, como la religión o el capitalismo, el nacionalismo está vivo y bien, en pleno siglo 21.
A lo largo de la historia de la civilización humana, la gente ha estado creando, criticando y alterando las instituciones. Por ejemplo, las personas han condenado la religión durante siglos, de hecho milenios. Sin embargo, la institución de la religión sigue siendo una fuerza dominante en la sociedad moderna. Sin lugar a dudas, las instituciones y las prácticas religiosas se han transformado, me atrevería a decir, evolucionado, a lo largo de los siglos. Pero el concepto fundamental de que existan seres humanos dentro de un marco abstracto de los Dioses, mitologías, símbolos, etc., todavía permanece.
En resumen, se necesita un tiempo extremadamente largo para cambiar las ideologías y prácticas. Por otra parte, eso no significa que las conversaciones sobre estos temas deben estar fuera de los límites o descartados. Todo lo contrario: este tipo de conversaciones son esenciales, sobre todo hoy. Como la legendaria escritora de ciencia ficción, Ursula K. Le Guin, dijo recientemente: "Vivimos en el capitalismo. Su poder se ve inescapable. Lo mismo parecía el derecho divino de los reyes". Por supuesto, lo mismo podría decirse del nacionalismo. La verdadera pregunta es: ¿podemos imaginar algo diferente?
A menudo, las personas se centran en los detalles, en contraposición a las preguntas más grandes, más amplias, relativas a la humanidad. Por ejemplo, cuando se habla de la economía, la gente rara vez se pregunta si debemos o no reemplazar al capitalismo. Por lo general, la conversación se centra en cómo reformar o modificar las instituciones y los acuerdos económicos existentes. De hecho, la mayoría de la gente, básicamente, han aceptado el hecho de que instituciones como los bancos y los gobiernos son elementos permanentes en la sociedad.
La verdad es que nadie en su sano juicio creería que la humanidad va a abolir el capitalismo y sus numerosos aparatos institucionales en el transcurso mi vida (tengo 31 años). Por desgracia, esta triste realidad hace que una conversación sobre alternativas económicas, sea muy difícil, ya que la humanidad carece de movimientos políticos capaces de desafiar seriamente al capitalismo. Sin duda, es fácil que la gente sea despectiva o cínica cuando no hay posibilidad real de alternativas en el horizonte.
Sin embargo, las ideologías comienzan con ideas. Y las ideas son alimentadas por las conversaciones y reflexiones. El nacionalismo, como todas las ideologías, fue creado por la mente humana. Es una construcción social, no una realidad biológica. Según el diccionario Merriam-Webster, el nacionalismo es, "la lealtad y la devoción a una nación, sobre todo: un sentido de conciencia nacional que exalta una nación por encima de todos los demás y pone énfasis principal en la promoción de su cultura e intereses frente a los de otras naciones o grupos supranacionales".
La primera parte, "la lealtad y la devoción a una nación", dependerán en gran medida del contexto. Por ejemplo, es fácil imaginar a alguien defender un proyecto político nacionalista, si esa empresa determinada encarna valores que valgan la pena, ética y principios. Sin embargo, nunca esperaba que alguien sea completamente leal y dedicado a un concepto arbitrario, incluso en el más ideal de circunstancias.
Por ejemplo, muchos izquierdistas fueron críticos de la revolución cubana antes que los comunistas tomaran el poder en enero de 1959. La gran mayoría de estos críticos se mantuvo leal a la causa política de la emancipación del régimen de Batista, pero denunció al mismo tiempo la represión y crímenes del recién formado gobierno revolucionario, incluida su ideología Leninista. Por otro lado, están aquellos que han permanecido sin admitir ningún error en relación con el gobierno de Castro. De hecho, la necesidad de defender la historia revolucionaria de Cuba puede ser llevada a extremos absurdos, los partidarios dogmáticos, a menudo, no reconocen las verdades básicas y los hechos incómodos.
Lo mismo podría decirse de otros movimientos políticos y las naciones. En 2011, yo rutinariamente escuché a izquierdistas defender el régimen de Gadafi. Y mientras la OTAN y las fuerzas externas no tenían ningún derecho a bombardear y destruir Libia, algunos izquierdistas ingenuos pensaban que el enemigo de tu enemigo era tu amigo, aliado o compañero.