Conclusión de la pelicula la jaula de oro
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
LA JAULA DE ORO: UNA PELÍCULA REALISTA SOBRE EL FENÓMENO DE LA MIGRACIÓN
Explicación:
El tema de la migración desafortunadamente no se termina y continúa vigente, así que vale la pena seguir hablando de ello.
Se trata de una película muy poderosa en la que, a pesar de que se tiene un trasfondo político, la migración también sirve como contexto para contar una historia de amistad que tres personajes que buscan encontrar una vida mejor.
Los protagonistas de La jaula de oro son Juan, quien está algo maleado y está dispuesto a conseguir su objetivo, Chauk, un indígena que no sabe hablar español, y Sara, una de muchas jovencitas que se arriesgan a realizar el difícil viaje a Estados Unidos.
Durante su lago recorrido, Juan, Chauk y Sara aprenden varias lecciones a la mala y, tal y como suele pasar en la mayoría de los casos de migración en la vida real, la conclusión del viaje no es la esperada. Al final, esta película funciona a la perfección para que nos demos cuenta de lo que pasa realmente con muchos migrantes, más allá de lo que se muestra en la mayoría de los noticieros, periódicos y otros medios de comunicación.
Respuesta:
La película cuenta la historia de Juan y Sara, dos jóvenes menores de edad que emprenden un viaje desde Guatemala hacia Los Angeles, California. En los primeros momentos del recorrido se topan con Chauk, un indígena Tzotzil que sueña con la nieve y que no habla nada de español. La ilusión ciega los límites del peligro que pueden correr, junto con la inocencia de culminar el viaje sin tantos riesgos, con la ilusión de cambiar su vida para siempre.
Junto con los tres personajes, Quemada-Diez recorre kilómeros para atravesar todo México, y lo hace arriba de La Bestia, un tren que recorre el país de punta a punta y que se convierte en un medio obligado para llegar al paraíso norteamericano. Sin embargo, la máquina es sólo el principio de un camino tortuoso que vuelve inconcebibles los peligros a los que se someten todos aquellos que deciden arriesgar su vida en manos de las inclemencias del clima y de la irracionalidad humana.
No obstante el turbio destino que les espera a los personajes, el director opta por dos particularidades durante la película: en primer lugar, lograr una cinematografía llena de hermosos amaneceres, tardes soleadas, paisajes desérticos, en contraste con campos verdes que muestran la diversidad climática del país, y noches cálidas, convirtiendo el trayecto en una experiencia de vida audiovisual, que sirve para que el espectador acompañe –literalmente- a los tres amigos en su camino.
En segundo lugar, ha decidido tomar un tema narrativo que involucra los sentimientos de los tres jóvenes, creando entre ellos una sinergia emocional, que los vincula y los permea. Quemada-Diez diseña para ellos ambientes de intimidad, momentos de soledad, puntos de peligro, pero sobre todo situaciones en los que el ser humano está desnudo ante las circunstancias y sólo así –sin prejuicios- rompe con las barreras de las diferencias y hasta el idioma, provocando el nacimiento de la amistad.
Lo que viven Juan, Sara y Chauk los lleva a sus límites, y los cuestiona –aún a su corta edad- sobre sus valores y principios. Cada caída (o bajada del tren) y cada experiencia los nutre, pero también les demanda tomar decisiones, luchar por su vida, y velar por su integridad y la de sus compañeros que, a cada kilómetro, se vuelve tan importante como la propia.
Todo esto a través de una mirada realista del director, que no escatima en utilizar la cámara en mano, pero al mismo tiempo, muestra la belleza que rodea la historia y que se convierte en la mágica experiencia de vivir y disfrutar de las pequeñas cosas que permiten que el camino sea un poco menos duro.
Los tres actores que interpretan a los protagonistas son realmente jóvenes de edad, y sólo la chica (Karen Martínez) ha tenido un poco de experiencia actoral previa. Por tal razón, también es de reconocerse el trabajo de Quemada-Diez con ellos, no sólo en el plano de composición escénica y fílmica, sino también emocional. El dolor, la incertidumbre, la seguridad, el miedo, los prejuicios, el celo, el cariño y la jovialidad emanan en cada gota de sudor y en cada mirada de añoranza.
La jaula de oro es una trampa mortal, que vale la vida de quien decide arriesgarse, y que conduce a un cambio radical; La jaula de oro es una propuesta estética que se basa en la simpleza de su forma –sin dejar de lado la belleza cinematográfica- para reflejar una historia de las múltiples realidades que día a día se encarnan en personajes auténticos que padecen las inclemencias del trayecto de “El tren de la muerte”.
La denuncia que hace esta película es contundente y reclama que el mundo voltee a ver el fenómeno de la migración que está costando vidas y que se convierte en un sistema que hunde más al espíritu humano. Este reclamo, el director lo hace elegantemente y con una narrativa que ya le ha dado la vuelta al mundo, sorprendiendo a la crítica y creando un nudo en la garganta de quien la visiona.