conclusión de la Crisis actual
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¿Cuál es el impacto económico del coronavirus y cuáles las respuestas de política económica que exige esta situación sin precedentes?
Resumen
Este artículo analiza el impacto económico del coronavirus. Tras explicar por qué nos encontramos en una situación de incertidumbre radical que no permite anticipar cuál será el impacto de la pandemia, se esbozan las opciones de política económica para hacerle frente y se apuntan algunas de sus posibles lecciones.
Análisis
Introducción
Todavía es pronto para saber cuál será el impacto económico de la pandemia global del COVID-19. La clave estará en si el virus puede controlarse a lo largo del segundo trimestre del año o si, por el contrario, sus efectos serán más duraderos y vienen acompañados de complicaciones económicas adicionales, sobre todo en el sector financiero. En el primer caso estaríamos ante un impacto suave, en forma de “V”, que tan solo restaría algunas décimas de crecimiento a la producción global. En el segundo, la situación podría ser mucho más complicada, como anticipaba la OCDE al plantear un recorte a la mitad (hasta el 1,5%) del crecimiento mundial en 2020 en el escenario más adverso, que todavía puede ser revisado a la baja y que cada vez parece más plausible.
Hasta el momento, las noticias económicas en relación al virus se han centrado en la espectacular caída de las bolsas y en los apresurados análisis acerca de su impacto macroeconómico, que necesariamente tienen un alto componente especulativo porque la situación actual es de incertidumbre radical. Aquí hay poco que añadir: los mercados financieros exhiben comportamientos de rebaño y el miedo genera ventas en cascada, huida hacia activos seguros como el oro o la deuda estadounidense, apreciación del dólar y caída del precio del petróleo y otras materias primas. Pero si los contagios se controlan o se toman medidas que contribuyan a aumentar la confianza podríamos ver movimientos en sentido contrario, por lo que, de momento, hay que prepararse para semanas de alta volatilidad. En cuanto al impacto negativo sobre el crecimiento, ya podemos decir que, desgraciadamente, y aunque termine por ser en forma de “V” y no de “U” se dejará sentir bastante. El posible futuro rebote no podrá compensar toda la caída de la actividad que ya estamos viendo y cada vez parece más claro que la fase más crítica será más larga de lo inicialmente previsto.
¿Cuál es el impacto económico del coronavirus y cuáles las respuestas de política económica que exige esta situación sin precedentes?
Resumen
Este artículo analiza el impacto económico del coronavirus. Tras explicar por qué nos encontramos en una situación de incertidumbre radical que no permite anticipar cuál será el impacto de la pandemia, se esbozan las opciones de política económica para hacerle frente y se apuntan algunas de sus posibles lecciones.
Análisis
Introducción
Todavía es pronto para saber cuál será el impacto económico de la pandemia global del COVID-19. La clave estará en si el virus puede controlarse a lo largo del segundo trimestre del año o si, por el contrario, sus efectos serán más duraderos y vienen acompañados de complicaciones económicas adicionales, sobre todo en el sector financiero. En el primer caso estaríamos ante un impacto suave, en forma de “V”, que tan solo restaría algunas décimas de crecimiento a la producción global. En el segundo, la situación podría ser mucho más complicada, como anticipaba la OCDE al plantear un recorte a la mitad (hasta el 1,5%) del crecimiento mundial en 2020 en el escenario más adverso, que todavía puede ser revisado a la baja y que cada vez parece más plausible.
Hasta el momento, las noticias económicas en relación al virus se han centrado en la espectacular caída de las bolsas y en los apresurados análisis acerca de su impacto macroeconómico, que necesariamente tienen un alto componente especulativo porque la situación actual es de incertidumbre radical. Aquí hay poco que añadir: los mercados financieros exhiben comportamientos de rebaño y el miedo genera ventas en cascada, huida hacia activos seguros como el oro o la deuda estadounidense, apreciación del dólar y caída del precio del petróleo y otras materias primas. Pero si los contagios se controlan o se toman medidas que contribuyan a aumentar la confianza podríamos ver movimientos en sentido contrario, por lo que, de momento, hay que prepararse para semanas de alta volatilidad. En cuanto al impacto negativo sobre el crecimiento, ya podemos decir que, desgraciadamente, y aunque termine por ser en forma de “V” y no de “U” se dejará sentir bastante. El posible futuro rebote no podrá compensar toda la caída de la actividad que ya estamos viendo y cada vez parece más claro que la fase más crítica será más larga de lo inicialmente previsto.
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