¿Con qué gobierno o gobiernos podemos asociar la monarquía absoluta?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Antes, la clásica tripartición de los gobiernos en monarquía, aristocracia y politeia –y su degradación correlativa en tiranía, oligarquía y democracia–, se basaba en apariencia en el criterio cuantitativo del número, aunque pudiera divisarse con más hondura en el cualitativo del bien común y finalmente incluso en la trascendencia de la legitimidad familiar.
Cuando se reconstruye históricamente la explanación de las formas de gobierno, que es lo mismo que decir «constituciones» [siempre que no demos al término constitución el significado que le ha atribuido la ideología «constitucionalista»[5]], y que también pueden ser llamadas «regímenes», aparece inicialmente –en la perspectiva de la distribución funcional del poder– la variable organizatoria: recuérdese a este respecto cómo Herodoto[6] clasificaba las formas de gobierno a partir del número de los que mandan. Después de Jenofonte[7], en cambio, se va a cruzar con otra variable funcional (pero en el fondo sustancial), cual es –según los casos– el ejercicio del gobierno según las leyes de la Ciudad o en miras del bien común[8]. Pues bien, Platón, que admitía la distinción entre monarquía y tiranía y entre aristocracia y oligarquía, sólo concebía una democracia, necesariamente situada entre las formas corrompidas[9]. Será Aristóteles, como es sabido, aunque sus clasificaciones sean varias y no coincidentes (pues no le importa tanto el «sistema» como responder a los problemas que pone la experiencia), quien introducirá la modalidad del gobierno popular bueno, aunque siga reservando el término democracia para el impuro[10]. Finalmente, Santo Tomás, integrando la explicación aristotélica, conduce en realidad el buen régimen popular (politeia) hacia el «régimen mixto»[11]. Con lo que escapa de la sola democracia para integrar el elemento popular en un régimen más complejo, caracterizado por la unidad de mando (que asegura la persona del rey) y por la selección de quienes le circundan (pues monarquía no es sinónima de mando de una sola persona), además de por la participación popular[12]. A la postre, pues, pareciera que toda la elaboración de distinciones para alcanzar una clasificación ajustada a la realidad concluye en la disyunción principal entre el buen gobierno y la tiranía, donde el primero se halla en una monarquía rodeada de una aristocracia y donde el pueblo participa, mientras que la segunda reúne todos los vicios del poder.
Explicación: