¿con la adoracion del sol,la luna y las estrellas que podian calcular los pueblos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Hace 32.000 años, el cielo fascinaba ya a los hombres de las
cavernas; lo primero que observaron fue la diferencia del día y la
noche, cómo el sol se ocultaba cada atardecer y, con él, cómo
desaparecían la luz y el calor. El día fue seguramente la primera
unidad de tiempo universalmente utilizada.
La curiosidad humana con respecto al día y la noche, al Sol, la Luna y
las estrellas, llevó a los hombres primitivos a la conclusión de que los
cuerpos celestes parecen moverse de forma regular. La primera
utilidad de esta observación fue, por lo tanto, la de definir el tiempo y
orientarse en los desplazamientos y viajes.
Nuestros antepasados de la Edad de Piedra distinguieron también las
formas que adoptaba la Luna en distintos períodos y hacían incisiones
en huesos de animales para representar estos cambios: las fases de
la Luna. Descubrieron una regularidad de los fenómenos, el Sol que
separaba el día de la noche salía todas las mañanas desde una
dirección, el Este, se movía uniformemente durante el día y se ponía
en la dirección opuesta, el Oeste. Por la noche se podían ver miles de
estrellas que seguían una trayectoria similar.
En las zonas templadas, comprobaron que el día y la noche no
duraban lo mismo a lo largo del año. En los días largos, el Sol salía
más al Norte y ascendía más alto en el cielo al mediodía. En los días
con noches más largas, el Sol salía más al Sur y no ascendía tanto.
Pronto, el conocimiento de los movimientos cíclicos del Sol, la Luna y
las estrellas mostraron su utilidad para la predicción de fenómenos
como el ciclo de las estaciones, de cuyo conocimiento dependía la
supervivencia de cualquier grupo humano.
Cuando la actividad principal era la caza, era trascendental predecir
el instante el que se producía la migración estacional de los animales
que les servían de alimento y, posteriormente, cuando nacieron las
primeras comunidades agrícolas, era fundamental conocer el
momento oportuno para sembrar y recoger las cosechas, así como el
invierno, en que se requería de una preparación para sobrevivir a los
cambios climáticos adversos.
que las estrellas estaban fijas en una especie de bóveda sobre la
Tierra. Pero el Sol y la Luna no deberían estar incluidos en ella.
Probablemente, cuando se desarrolló la agricultura y se domesticaron
animales, 10.000 años antes de Cristo, en Mesopotamia, la tierra
fértil entre los ríos Tigris y Éufrates que ahora ocupa Irak, el cielo
adquirió aún más importancia como medio para determinar la época
apropiada para la siembra y la cosecha.
Esas primeras civilizaciones mesopotámicas, especialmente los
sumerios hacia 4.000 a. C., fueron las que dieron nombre a las más
antiguas constelaciones: son las figuras que hoy conocemos como
Leo, Tauro y Escorpio. Estas constelaciones señalaban puntos
importantes en el recorrido anual del Sol por el cielo y constituían
momentos cruciales en el año agrícola. Y, como los cielos
condicionaban su forma de vida, los deificaron.
Los antiguos observadores del cielo percibieron también que el Sol y
la Luna parecían desplazarse atravesando doce constelaciones que
más tarde recibieron el nombre de zodiaco. Decidieron que en ellas
residían los dioses del Sol y la Luna. Además, había otras cinco
estrellas que recorrían el zodiaco y cada una de ellas se consideró la
residencia de un dios. Hoy sabemos que se trataba de los planetas. El
zodiaco era también el lugar donde ocurrían los eclipses, poco
frecuentes y muy temidos, en los que la Luna se volvía de un
siniestro color cobre, o la luz del Sol se apagaba por un tiempo
eterno para los observadores. El cielo nocturno dejó así de ser sólo
una herramienta para la agricultura y se convirtió en el hogar de los
dioses y un libro ilustrado que contaba historias de importantes
figuras a una gente que, a falta de escritura, carecía de otros medios
para recordarlos.
La práctica de estas observaciones es universal, se han encontrado
en todos los lugares en donde ha habitado el hombre, por lo que se
deduce que la astronomía es probablemente uno de los
conocimientos más antiguos en todas las culturas. Como el hombre,
en su primitivo conocimiento, no podía explicarse los cambios del
cielo, dedujo que el firmamento estaba habitado por poderosos seres
que influían en los destinos de las comunidades y que poseían
comportamientos humanos y, por tanto, requerían de adoración para
recibir favores que evitasen sus castigos.
Este componente religioso estuvo estrechamente relacionado al
estudio de los astros durante siglos, hasta que los avances científicos
y tecnológicos fueron aclarando muchos de los fenómenos que antes
no tenían explicación, aunque no se llegó fácilmente a este cambio ya
que, muchos de los antiguos astrónomos fueron perseguidos y
juzgados por proponer una nueva organización del universo.