composición del mito de Ícaro narra la situación de un ambicioso joven que
deseaba volar muy alto para estar cerca del sol.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Según cuenta la mitología griega, Ícaro vivía atrapado con su padre, Dédalo, en la Isla de Creta. Padre e hijo pasaban largas jornadas reflexionando sobre cómo podían escapar de la isla, pero el rey Minos, controlaba todas las salidas. Todas, excepto una: el aire. Un día, el astuto Dédalo, arquitecto del Laberinto del Minotauro, reparó en este detalle y comenzó a trabajar en una forma de hacerles volar por encima de las murallas de su prisión insular.
Usando plumas, hilo y cera, Dédalo consiguió dar forma a unas alas, muy similares a los de los pájaros. Tras comprobar que su artilugio funcionaba, enseñó a su hijo a volar. Pero le advirtió de que no lo hiciera muy alto, porque la cera que sostenía las plumas se derretiría, ni muy bajo, pues si el mar mojaba las alas, éstas dejarían de funcionar.
El día previsto, ambos alzaron su vuelo por encima de las murallas de Creta, comprobando con gran alegría que eran libres. Pero la emoción llevó al joven Ícaro a cometer la imprudencia de volar demasiado alto. Tan alto voló que el sol terminó por fundir la cera que sujetaba las plumas de sus alas. Cuando éste se dio cuenta ya era demasiado tarde: Ícaro cayó al mar y murió. Su padre, desolado, consiguió sin embargo llegar a su destino, pues nunca abandonó la ruta segura.
Explicación:
Respuesta:
“Ícaro era hijo de Dédalo, un anciano sabio de gran conocimiento que fue capaz de construir el laberinto en el que el rey Minos encerró al minotauro. Dicho rey, para evitar que nadie lograra nunca saber como encontrar la salida del laberinto, decidió encerrar al sabio y a Ícaro de por vida en una torre.
Dédalo soñaba con escapar de su prisión, pero no podría escapar ni por tierra ni por mar. Con el tiempo llegó a la conclusión de que podría escapar por el aire, y de este modo fabricó con cera y plumas de pájaros dos grandes pares de alas de cera. Antes de partir, el sabio Dédalo advirtió a Ícaro que no volara ni demasiado alto ni demasiado rápido, ya que las alas de cera no aguantarían.
Ambos iniciaron el vuelo, escapando de su encierro. Pero Ícaro, viendo la belleza del Sol, pasó por alto las indicaciones de su padre y voló cada vez más alto, intentando acercarse hasta casi tocar el sol. Pero las alas no resistieron el calor, deshaciéndose y provocando que Ícaro se precipitara al vacío y muriera".