componentes del libro El jardin de cerezos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Si bien las descripciones de los mismos son más bien escasas, por no decir nulas, la idea nos la podemos hacer a la perfección con sus diálogos y su forma de pensar y actuar.
Llama la atención lo fluidos que parecen los diálogos y las conexiones e interacciones entre personajes, aunque en ocasiones, pueden resultar poco creíbles, como por ejemplo en los momentos de enfado o rencores para, en pocas líneas, haberse resuelto el problema sin observar desarrollo alguno.
Como he comentado en párrafos anteriores, en algunos tramos o fragmentos la lectura se ve un poco dificultada por la forma de dirigirse de los personajes, pero podemos observar perfectamente la diferencia de caracteres de cada uno de ellos.
Así, si analizamos a los aristócratas, observamos esa forma de ser despreocupada y con cierto «pasotismo» de quien está acostumbrado a tenerlo todo sin más, sin tener que esforzarse para conseguirlo. Tanto Lubova como Gaief, coincidirían con esta descripción, demostrando su completa incompetencia para poder solventar el problema que se les presenta. Además, Lubova, aunque en parte impresiona de estar preocupada por perder la hacienda familiar, parece dar la sensación de ser ajena al gran problema de base que es la falta de solvencia económica, y podemos apreciar cómo va regalando dinero a todo aquel que se lo pide. Las hijas de Lubova, sin embargo, si bien no buscan soluciones al problema, están más preocupadas por asegurarse su porvenir (bien buscando un matrimonio provechoso, o bien deseando la libertad).
En cuanto al grupo de sirvientes poco puedo argumentar, salvo que se sigue apreciando esa lealtad incondicional del servicio de toda la vida que lleva años con la familia, representado por Firz, un señor ya mayor, enfermo, pero que no se separa de la familia a la que sirve, ni aún al final del todo, al saberse abandonado.
Quizá, el mayor interés para el lector lo podemos encontrar en el personaje de Yermolai Lopakhin, a quien considero el personaje principal, nuestro protagonista, por el recorrido interior que se aprecia y su transformación a lo largo de la obra. Durante los dos primeros actos, insta a la familia a buscar una solución para no perder la propiedad, pero es él, finalmente, el que consigue dar un giro a la obra. Tal y como él reconoce en el tercer acto, sus padres y abuelos fueron parte del servicio de la familia y él, un pobre niño sin posibles, que caminaba descalzo por aquel jardín de cerezos que, antaño, fue el orgullo de la familia y del pueblo. Tras conseguir escalar en la sociedad, reúne el dinero suficiente para poder comprar la finca y arrebatar así las posesiones y el honor a la familia. Se puede observar el cambio de actitud tan marcado en el personaje en el momento en el que es consciente de que todos los que le rodean son conocedores de que es el nuevo propietario. Incluso, con una marcada actitud despreciativa, de nuevo rico sin modales a quien el cargo le queda grande, una especie de paso de víctima a verdugo.
En cuanto a la ambientación, toda la acción se desarrolla en la hacienda de Lubova Andreieva Ranevskaia, propiedad que ha pertenecido a esta familia rusa desde hace siglos. Desencanto, desolación y melancolía son los ingredientes con los que Chéjov aromatiza el ambiente de esta obra en la que valoramos una clara crítica a la sociedad adinerada, su comportamiento y el trato que ofrecen a la clase obrera. Cada acto se introduce con una breve descripción de la estancia en la que se desarrolla la escena, pero, aunque dicha descripción es bastante somera, creo que es más que suficiente para poder recrear la imagen mental de la casa, la finca y la familia.
El autor introduce algunos elementos para acercarnos más a la época y a la clase de personas que representan las escenas. Las copas de champaña, la sombrerera, los carruajes, los muebles sólidos de caoba, elementos todos, que ayudan a conformar una visión de conjunto. Igualmente, el registro que emplean los personajes, al ser formal y educado con algunos toques más informales o coloquiales cuando hablan las hijas de Lubova o parte del servicio, resulta coherente con el tipo de sociedad aquí reflejada.