¿como vivieron la gente en tucumán, en la epoca del golpe de estado en 1976?
Respuestas a la pregunta
Los métodos del genocidio ya habían tenido un ensayo general con el Operativo Independencia. Las patronales, los partidos del régimen y varios cómplices fueron los artífices de un genocidio contra la clase obrera.
“Inminente definición”, fue el principal titular de La Gaceta en su edición del martes 23 de marzo de 1976. Las dos palabras resumían el clima que se vivía en el país ante el golpe de Estado por partes de las Fuerzas Armadas. En Tucumán el aire también se podía cortar con un cuchillo aunque los métodos del genocidio ya habían tenido acá su ensayo general.
Un genocidio contra la clase obrera
De acuerdo a una investigación de Matías Artese y Gabriela Roffinelli, “entre los años 1975 y 1977 se concentró la mayor cantidad de secuestros, desacelerando su magnitud a partir de mediados de 1977. En primer lugar, podemos observar que los sectores asalariados fueron el principal objetivo de la represión. Es de destacar lo sucedido en el año 1975, durante el gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón: la persecución y el secuestro de personas se ejerce sobremanera sobre los sectores asalariados, que permanecerán como el objetivo principal durante la dictadura”.
La represión también se centró en la juventud, tanto estudiantil como trabajadora: “existió una violencia dirigida a aquellas porciones sociales con mayor potencial crítico –jóvenes y estudiantes–. Los jóvenes representaron en Tucumán un fuerte frente militante en el ámbito universitario en la ciudad capital, pero también lo fueron en sus ámbitos laborales”.
En tanto que el 70% de los secuestros pertenecientes a sectores de la clase obrera asalariada fueron colectivos o grupales. Además, analizan la modalidad represiva del total de hechos que implicaron violencia directa contra los cuerpos, casi un 70% fue aplicado a quienes pertenecían a sectores asalariados, y aún más es la diferencia en cuanto a la violencia desplegada sobre las cosas. Al contrario de lo que se podría suponer, los robos y la destrucción de bienes materiales no fue dirigida con mayor intensidad a los sectores más pudientes o de mayor poder adquisitivo, sino a los sectores populares.
El despliegue de violencia durante el secuestro se convirtió en una condición sine qua non para la realización efectiva del terror en el secuestrado, en sus familiares y en la sociedad toda.