como valora nuestra sociedad a nuestros símbolos patrios...
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Desde los primeros años de educación se nos inculca el respeto a los símbolos patrios. En los centros de estudio los exaltamos con altares cívicos y actividades públicas como marchas. En septiembre los guatemaltecos exhibimos banderas en las fachadas de edificios y en los autos, pintando de azul y blanco la ciudad.
La bandera, el escudo de armas, el quetzal, la monja blanca, la ceiba y la marimba, todos tienen una fuerte carga de símbolos relacionados con ideales y valores. ¿Practicamos en el día a día su significado? ¿Siguen vigentes sus enunciados? Cada uno fue establecido en fechas distintas, pero la mayoría coincide por contexto histórico, en las décadas finales del siglo XIX a la primera mitad del siglo XX.
Al analizar la esencia de los símbolos patrios podemos encontrar aciertos y desaciertos. Son necesarios en todo país que construye su concepto de nación, y Guatemala no escapa a esa premisa. Pero particularmente los nuestros conllevan a la reflexión incluso a replantear su vigencia en la sociedad actual. ¿Conocemos y practicamos sus valores?
Estímulos emocionales
“Los símbolos patrios en general cuando se institucionalizan, pierden sentido. Lo que es seguro es que cada uno de ellos tiene un origen histórico a partir de hechos concretos. Lo que buscan estos signos es fijar en la mentalidad de la ciudadanía ciertos valores que son del interés del grupo que detenta el poder en un determinado momento histórico”, refiere el semiólogo Carlos Velásquez.
“Estos símbolos, que llamamos patrios, son una serie de estímulos emocionales que tienen el poder de conmover a la gente”, indica Otto Yela, catedrático de Semiología de la Imagen.
En el libro La selva de los símbolos el investigador Víctor Turner señala que estos tienen dos polos. Uno ideológico, que evidencia valores y normas que rigen una sociedad, y otro sensorial, mucho más proclive a cargas emotivas y de deseo.
La fuerza de estos pueden llevar a diferentes clases de sentimientos, por ello, el lingüista y teórico literario, Roman Jakobson, en Fundamentos del lenguaje, indica que pueden influir en el pensamiento, modificar actitudes y movilizar acciones.
Los símbolos pueden generar nostalgia, reavivar recuerdos y encender emociones variadas; de hecho, hay gente dispuesta a arriesgar su vida por ellos. “No se agotan en su significado literal sino que extraen su potencia y su fuerza, excediéndolos a sí mismos”, apunta Paul Ricoeur, filósofo y antropólogo, en el libro Palabra y símbolo.
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pues ahí alguna gente que no valora a estos,como fue evidenciado en una encuesta que resulto que el 15% no conocía nuestros símbolos patrios.Pero ahí gente que si que es el 85%
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