como son los flagelantes en Colombia actualmente
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Como desde hace 22 años, César Muriel Gutiérrez prepara su hoja de afeitar para acompañar a sus dos hijos a pagar penitencia, en un recorrido de más de 3 kilómetros por la calle principal de Santo Tomás. Su misión: cortar los coágulos de sangre que se hagan luego de darse látigo. Cada Viernes Santo, unas 30 personas –como ellos– se dan cita en una sangrienta procesión medieval para obtener o dar gracias por un milagro divino, tradición que, sin embargo, es rechazada por la Iglesia Católica.
Sentir, literalmente, en carne propia el dolor que –según la Biblia– sintió Jesús el día de su crucifixión, es la ofrenda que cada año, un día como hoy, hacen los penitentes provenientes de distintas ciudades de Colombia, como Sabanagrande, Polonuevo, Barranquilla, Bogotá y Medellín. Mediante la autolaceración simulan el viacrucis para buscar la cura de enfermedades o el perdón a pecados cometidos.