como seria el populismo en Colombia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Sectores conservadores están sosteniendo que Colombia sufre de populismo. Consideran que las ofertas de paz y mayor equidad del gobierno Santos son populistas. ... En lo político, el Gobierno tiene una base política multipartidista y un discurso que promueve las instituciones y el modelo económico.
Explicación:
Respuesta:
Explicación: En numerosos países de América Latina, el populismo desempeñó un papel fundacional. Lo que voy a sustentar en este artículo es que en Colombia pasó lo opuesto: es más bien el rechazo al populismo el que adquirió un significado fundacional. Como lo voy a considerar, todo está permitido, menos el populismo, esto desde hace muchas décadas. ¿Todo qué? El narcotráfico, la lucha armada, la corrupción, etcétera. Esto lo pueden soportar el sistema político y las élites económicas, precisamente, en la medida en la cual impiden cualquier brote de populismo, incluso, cuando pretenden sustituirlo.
En gran parte de América Latina, el populismo fue fundacional en relación con la incorporación de las masas populares al sistema político; fue fundacional también, en relación con el advenimiento de un Estado moderno capaz de regular la economía. Los dos anduvieron a la par.
En muchos casos, lo que expresa esta articulación, tanto de manera concreta como simbólica, es el conjunto de leyes sociales que se fue adoptando. De esta manera, en repetidas ocasiones se tejen vínculos entre el Estado y las organizaciones populares -los sindicatos en primer lugar-, que se van a mantener más allá del período durante el cual el populismo prevalece como imaginario político. El nacionalismo es un componente importante de esta relación.
Claro está que, de un país al otro, las modalidades cambian según las estructuras sociales antes prevalentes, y la coyuntura de la transformación. Para no citar sino los tres ejemplos más conocidos, en México, el cardenismo es una mezcla de reforma agraria, derechos sociales y nacionalismo; en Brasil, el getulismo1 empieza por una combinación de nacionalismo y corporativismo -las leyes sociales promulgadas en 1942-, dando lugar a una forma de ciudadanía social no siempre acompañada de ciudadanía política. El imaginario populista no se impone sino con el segundo gobierno de Getúlio Vargas, entre 1950 y 1954; en Argentina, a partir de 1945, el peronismo apunta a conformar una mezcla de ciudadanía social y ciudadanía política.
En los tres casos mencionados, lo que asegura la fuerza del populismo es sobre todo su retórica, la cual remite a una división "amigo-enemigo" de tipo schmittiana, los sin-derechos frente a una oligarquía aliada con el imperialismo, el rechazo a la democracia liberal con sus bases individualistas. Se combina el reconocimiento del "pueblo", como sujeto político unificado, con el de la Nación como conjunto, más allá de las divisiones sociales, siendo primordial en los cambios el papel del Estado. Esas configuraciones populistas como creadoras de un imaginario muy poderoso se dan en una coyuntura económica internacional específica, la que sigue a la gran crisis de 1930 y de la posguerra.
Desde luego, no faltan componentes populistas en otras coyunturas, más que todo en períodos de incertidumbres políticas o sociales. En sus trabajos sobre "populismo", Ernesto Laclau lo ve como un fenómeno que puede acontecer en cualquier momento, y que convoca no sólo a los sectores populares sino a otros sectores muy disímiles. Ahora bien, lo que cuenta en esta visión es ante todo la visión schmittiana; estamos lejos de las configuraciones populistas como imaginarios fundadores.