Castellano, pregunta formulada por donovanmhudson, hace 8 meses

Cómo se transforma la vida en la modernización del país​

Respuestas a la pregunta

Contestado por sthephanienicole1306
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A lo largo del siglo XX, así como en estos primeros años del siglo veintiuno, la intermediación del Estado ha ido progresivamente transformando lo privado en un tema público.18

Desde una dimensión social y cultural, ya en los inicios de este período, la modernidad mostraría cambios en un aspecto particularmente importante para la vida cotidiana familiar. Los límites que separaron la vida privada y la esfera pública en la tradicional sociedad chilena, comenzarán a presentar señales de un giro cualitativo que se profundizará a lo largo del siglo XX.

En efecto, de acuerdo con Ximena Valdés (2004), las mediaciones sociales en la vida cotidiana familiar, convertirán al ámbito familiar en un asunto sujeto de crecientes regulaciones jurídico-políticas. En este sentido, en el marco de la profunda desigualdad social en la sociedad chilena, es ilustrativa la siguiente cita respecto a las diferencias en relación con la obligatoriedad de la ley de enseñanza:

Un estudio monográfico realizado a comienzos de siglo XX en una familia popular de Santiago reveló que el aporte de la mujer y los hijos al presupuesto del hogar fluctuaba en torno al 33%, siendo el más importante el del hijo mayor [...] Por eso, muchos jefes de familia protestaron por el «abuso» de que se dictaran leyes que obligaban a los niños a ir al colegio, cuando lo que todos necesitaban era que trabajaran (Salazar y Pinto, 2002b:63).

La paternidad patriarcal en Chile, respaldada por la legislación hasta 1998 sobre la legitimidad/ilegitimidad de los hijos establecía que los hijos verdaderamente hijos eran los que nacían en una unión legalmente constituida, era un modelo de masculinidad hegemónica que, como lo consigna José Olavaria, presentaba la paradoja de permitir a los hombres tener hijos y no, necesariamente, ejercer ni sentirse padres. No obstante, durante este período, por efecto de las políticas sociales que se implementaron, tendrá lugar una tendencia al aumento progresivo de la nupcialidad y, paralelamente, se observará una ostensible disminución de la ilegitimidad en los nacimientos.

El trato diferenciado en la relación entre los padres y sus hijos, según fuere el sexo de los mismos, constituye una constante en la cultura de la época. Así, el grado de separación de lo público y lo privado adquiría formas diferentes con hijos varones que con hijas mujeres respecto de los permisos y las prohibiciones, así como en la división sexual del trabajo doméstico y no doméstico, y, además, la preferencia por el hijo varón en el caso de optar para la prosecución de estudios de uno de sus hijos. En este marco, en los sectores populares, según lo han constatado diversos estudiosos del tema, el trabajo infantil era parte de las estrategias de subsistencia en la familia popular. En este período de la historia nacional, con bastante frecuencia los niños varones aportaban al debilitado presupuesto familiar, conocidos como los trabajadores infantiles (Salazar, y Pinto, 2002b).

La creciente institucionalización de la vida cotidiana de la infancia a través del colegio, es decir la escolarización de la niñez, se extendió progresivamente hacia los sectores populares. Así, el carácter docente del Estado de la época tenía importantes logros en sus esfuerzos en pro de la obligatoriedad de la ley de instrucción primaria.

Las relaciones entre los padres y sus hijos comúnmente se inscribían en una estructura jerárquica y autoritaria, en especial en relación al padre. Durante este período, prevalecen los preceptos para que la mujer se relacionara con el trabajo reproductivo y el cuidado de los demás miembros de la familia. Las labores de crianza involucraban, por lo común, cercanía y afecto de la madre con hijos/as en sus primeros años. Los varones, por su parte, se mantenían ajenos de participar en el cuidado de los niños así como del trabajo doméstico.

El vínculo entre padres e hijos jóvenes, entre las décadas del treinta al sesenta, se inscribe bajo una clara hegemonía adulta (Salazar y Pinto, 2002b). Sin embargo, en los años sesenta e inicios de los setenta, la relación padres/hijos jóvenes inicia un importante proceso de cambio. El movimiento estudiantil y la juventud tendrán una creciente presencia en la vida nacional.

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