Cómo se relaciona la revolución verde con la soja y por qué?
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Respuesta:
La población expuesta a la inseguridad alimentaria no produce de forma habitual alimentos suficientes para mantenerse ni tiene capacidad adquisitiva para comprar alimentos a otros productores. Durante los períodos de hambre, muchas veces no hay alimentos, a ningún precio. Dado que la preocupación por la integridad del hábitat natural limitará una expansión significativa de la superficie destinada a la agricultura, hay que buscar otras estrategias para alimentar a una población mundial que puede superar los 7 000 millones de habitantes en el año 2010. Se han formulado varias hipótesis alternativas (McCalla, 1994). Pueden dividirse en dos grupos distintos.
Según esta hipótesis, el crecimiento continuado del comercio mundial permitirá a los países del Sur con déficit de alimentos producir y exportar bienes y servicios industriales, lo que les daría la posibilidad de adquirir cantidades significativas de alimentos de los países del Norte con excedentes alimentarios. Muchos de estos países desarrollados ricos tienen un considerable potencial de producción no aprovechado, debido a su experiencia tecnológica y a sus infraestructuras de comercialización. Estos métodos de producción intensiva se están adaptando a las necesidades actuales del desarrollo sostenible. Para que estos alimentos lleguen a los países pobres expuestos a la inseguridad alimentaria será necesario formular políticas nacionales eficaces de seguridad alimentaria. Estas políticas deben asegurar a la población pobre tanto rural como urbana mayores derechos a los alimentos mediante un acceso más amplio a éstos gracias a la generación de ingresos y a las posibilidades de empleo. Aunque el comercio Norte-Sur puede mejorar la seguridad alimentaria nacional de los países en desarrollo, ello no significa necesariamente que vaya a mejorar la seguridad alimentaria familiar de la población pobre de esos países, en cuanto grupo, ni a permitir un mayor acceso a los alimentos en las localidades más remotas.
El progreso tecnológico de la agricultura moderna se basa en la experiencia adquirida en el curso de casi 150 años de actividad científica. La revolución verde en el trigo, el arroz y el maíz forma parte integrante de este proceso. Tiene su fundamento en la capacidad tecnológica, basada en principios científicos, para modificar el medio ambiente de manera que se creen condiciones para la agricultura y la ganadería más idóneas que las que ofrece la propia naturaleza (por ejemplo, si el clima es seco, se emplea el riego; si la fertilidad del suelo es baja, se aplican fertilizantes; si las plagas y malas hierbas invaden los cultivos, se pulveriza; si las enfermedades amenazan al ganado, se administran vacunas y medicamentos, o, si se necesita más energía para roturar la tierra, se recurre a la mecanización y al uso de combustibles fósiles). El aumento de los rendimientos en los sistemas agrícolas de los países indus-trializados durante los últimos 150 años se puede interpretar como la realización de este paradigma. La revolución verde de los años sesenta y setenta se basó precisamente en eso: las variedades mejoradas de arroz y trigo pudieron beneficiarse del uso de insumos externos que garantizaban buenas condiciones de crecimiento para aprovechar el potencial genético de las nuevas variedades. La creación de entornos socioeconómicos favorables, que hicieron posible la utilización de esos insumos y crearon mercados para la venta de los productos, constituyó parte integrante de este cambio.
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