¿Cómo se relaciona la profundidad a la que se origina un sismo, con lo percibido por las personas?
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Respuesta:
Aunque los sismos son un tema complejo y hay muchos parámetros que influyen sobre la forma que estos se propagan y afectan las construcciones, se pueden derivar ciertas generalidades de ellos para tratar de entenderlos mejor.
La ubicación del hipocentro de un terremoto influye sobre el área de impacto de este. Para entender esto, utilicemos la analogía de una linterna.
Si se coloca una linterna sobre una mesa a corta distancia, la luz que emite es muy intensa, pero abarca un área pequeña. En forma similar, los sismos cuyo hipocentro está muy cercano a la superficie, suelen sentirse en forma muy fuerte (causando grandes daños), pero sus efectos son bastante locales.
Quizá uno de los ejemplos más claros que se hayan dado sería el del enjambre sísmico que afectó Santiago de Puriscal en 1990. Durante varios meses, cientos de pequeños sismos sacudieron esa localidad, causando graves daños a su templo católico, a tal punto que tuvo que ser clausurado. Muchos de los sismos eran comúnmente sentidos por habitantes de San José y Heredia, pero eran raramente sentidos por los habitantes de ciudades mucho más alejadas como Turrialba o Puntarenas, por ejemplo.
Siguiendo con nuestra analogía de la linterna, si ésta se encuentra a mayor distancia, la luz se vuelve tenue pero abarca un área mayor. Los sismos cuyo hipocentro es muy profundo afectan un área más grande, pero sus efectos son menos fuertes y por lo general no causan graves daños.
El terremoto de Naranjo del 7 de marzo de 1992 tuvo una magnitud de 5.6 grados, pero ocurrió a una profundidad de 87 km y fue sentido en la mayor parte del territorio nacional. Debido a su gran profundidad, el movimiento fue percibido como ondulatorio de muy leve intensidad.