como se perfumaban los ambientes en 1810
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“La historia ambiental de la Argentina comienza con la destrucción del sistema incaico de agricultura en terrazas” sostienen Brailovsky y Foguelman en el capítulo segundo de “Memoria Verde”.
Los incas tenían respeto por el equilibrio ecológico: manejaban las tierras que sembraban sin degradar los recursos naturales por medio de abonos naturales, alimentaban todo un Imperio sin necesidad de depredar los suelos. Las franjas fértiles de suelo eran contadas entre tanta diversidad de relieves y ambientes (la costa, la sierra, la puna y regiones de montana), pero ellos complementaban la actividad mediante canales hidráulicos que no tenían nada que envidiar a los conocidos en Creta y Roma unos cuantos siglos antes. Vivían en comunidades interconectadas unas con otras y autosuficientes.
Sin duda, la intromisión de los conquistadores europeos fue el medio propicio para traer al Nuevo Mundo otros valores y cosmovisiones que veían al ambiente como un enemigo, como algo que también debían dominar, asi que se dedicaron a extraer de él todo lo que pudieron. Deforestación, mal uso de la tierra, y aniquilación de la mano de obra indígena mediante enfermedades y malos tratos, fueron los resultados de tales prácticas.
En la época colonial, tampoco la situación mejoró: las colonias comenzaron a expandirse tanto para el mercado interno como para el externo. Se vió la posibilidad de lucrar con el ambiente, y la comunidad autosostenible indígena fue suplantada por las estancias, haciendas, rancherías y minerías, apuntadas a una economía de comercialización. El panorama “urbano” tampoco era alentador: construcciones mal diseñadas entremezcladas con nodos de carácter protoindustrial o industrial, habitantes que debían convivir con saladeros y curtiembres que contaminaban las aguas que tomaban, y que se acumulaban con otros residuos en las calles. La gente salía de sus casas con pañoletas para no sentir el mal olor.
Surgieron propuestas, como la de Manuel Belgrano, para un aprovechamiento sostenible de la tierra. Pero las trabas de hábiles funcionarios y grupos de poder hicieron de ellas solo palabras.