¿Cómo se ofrece Jesucristo en el calvario y cómo en la Santa Misa?
Respuestas a la pregunta
Respuesta: En todos los tiempos y lugares los hombres han ofrecido algunas cosas a Dios
o sacrificaban en su honor criaturas animadas o inanimadas para manifestar que el
Señor es el dueño Supremo de todas las cosas. Esas ofrendas se llaman sacrificios.
En la Antigua Ley había muchos sacrificios. Caín ofreció a Dios los frutos de la
tierra (y del trabajo del hombre); Abel le ofreció sus corderitos.
Melquisedec, pan y vino. En el templo de Jerusalén se sacrificaban constantemente
multitud de aves y animales. Los sacrificios antiguos, como figuras que eran, son
abolidos al realizarse el Sacrificio verdadero que preanunciaban.
Esos sacrificios representaban el gran Sacrificio de la Nueva Ley. Nuestro Señor
subió al monte Calvario y allí derramó su Sangre y se ofreció El mismo a su Padre
Celestial en sacrificio por la Redención del mundo.
Pero el Señor, queriendo que todos los hombres pudieran participar de su
Sacrificio, no se contentó con ofrecerse una vez en el Calvario: quiso que este Sacrificio,
que era de un valor infinito, se renovase todos los días, hasta la consumación de los siglos,
en una multitud de altares, para esto instituyó el Sacerdocio y la Santa Misa.
Por medio de sus sacerdotes quiso presentarse todos los días en el Altar y ofrecerse
allí de nuevo a su Padre en estado de Víctima, encubierto bajo las especies del pan y del
vino. Cada altar es verdaderamente un Calvario.
Cuando el Señor instituyó la Eucaristía, celebrando y ofreciendo por anticipado
Su Sacrificio, terminada la última Cena, consagró el pan y el vino diciendo: Este es mi
Cuerpo, que será entregado a la muerte por vosotros, esto es mi Sangre que será
derramada por vosotros y por muchos. Y después agregó: Haced (ordenando y dando un
poder) esto en memoria mía; todas las veces que hicieres esto, es decir, en memoria de Mi
Pasión y muerte. Así nos daba a entender que se quedaba en la Eucaristía para renovar y
perpetuar su Sacrificio en la Cruz.
Asistir a la Santa Misa es lo mismo que asistir al Sacrificio de Jesús en el Calvario.
En esos dos actos del único Sacrificio no hay más que un mismo Sacerdote y una misma
Víctima que es Nuestro Señor, sólo que en el Calvario, El se ofreció por sí mismo y derramó
su Sangre corporalmente (forma cruenta), mientras que sobre nuestros altares se ofrece por
medio del sacerdote y se oculta como Víctima bajo las especies del pan y del vino
(forma incruenta)