como se llama al lenguaje impersonal cuando termina la SE hasta el final de la palabra
Respuestas a la pregunta
En la oración pasiva refleja
se venden libros
está claro que se no puede ser sujeto de la oración; basta comprobar la imposibilidad de la conmutación
se los venden [= ‘ellos les venden libros a ellos’]
que no conserva el mismo sentido, así como la necesidad de poner el verbo en singular cuando libros va en singular
se vende libro,
para demostrar que libros es el sujeto.
Con sustantivos personales o personalizados no se puede formar la pasiva refleja, sólo admiten la forma impersonal:
Se espera al delegado.
Se espera a los delegados.
Como se ve, al pluralizar el objeto, el verbo sigue en singular. Sin la marca de acusativo personal, la oración
Se esperan los delegados
sería ambigua: ‘los delegados esperan (un momento)’ / ‘los delegados son esperados’.
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La pasiva refleja se aplicaba, desde un principio, preferentemente a las cosas por el riesgo que había de que en la referencia a personas se confundiese el sentido pasivo con el reflexivo o recíproco.
Se venden libros.
Se informan los embajadores.
Se mataban los cristianos.
Para las personas se prefería la pasiva con ser y participio:
Los embajadores son informados.
Con el tiempo se procuró aclarar la ambigüedad de estas oraciones, anteponiendo la preposición a al nombre del objeto que padece la acción:
Fue recibido con grandes juegos, como se suelen recibir a los reyes.
Si se elimina la preposición: como se suelen recibir los reyes, el sustantivo reyes aparecería como agente. Para hacerlo paciente se le agregó la preposición a típica del dativo y del acusativo personal.
En singular, la nueva construcción no ofrecía dificultad pues era la típica construcción impersonal empleada ya desde antiguo. Pero en plural no se podía seguir concordando el verbo con el complemento, de modo que frases como
Fue recibido con grandes juegos, como se suelen recibir a los reyes.
ya no resultaban correctas.
«Fue el otro camino acudir a la semejanza de locuciones al tenor de se dice, se manda, se ruega, se hace agravio u ofensa, las cuales, teniendo sujeto gramatical, son ideológicamente impersonales, y llevan su complemento en dativo con a:
se dice, se manda, se ruega a los niños que vengan;
se hizo agravio a los vecinos;
y reproduciendo el nombre,
se le dijo, se les ruega.
Por eso desde que aparecen con pronombre las frases verdaderamente impersonales, llevan le y les. Del pronombre femenino no tengo ejemplos tan antiguos; pero aunque el uso más general en España es poner en estas frases la y las, no son raros le y les, lo cual arguye preferencia por el dativo.