¿Cómo se entiende el origen de la vida desde los pueblos originarios?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Para la civilización judeocristiana, en sus inicios, el espermatozoide era el origen del ser humano. Las mujeres únicamente eran consideradas como depósitos (úteros) pecaminosos para el devenir de la vida humana.
Por eso, en el Antiguo Testamento, el onanismo (eyacular fuera del vientre de la mujer) era castigado con la pena de muerte, por ser delito de asesinato (Gn.38:9-10). Un aborto intencional, diríamos en esta
Explicación:
Fue durante la Escolástica (Edad Media) que progresivamente el judeocristianismo fue transitando del espermatozoide hacia la “fecundación” (encuentro del espermatozoide con el óvulo) para explicar el origen biológico de la vida humana. Aunque, la doctrina católica jamás transitó por completo del onanismo al “fecundismo”. La Encíclica Evangelium Vitae, de Juan Pablo II, que recoge contenidos de la Encíclica Casti Connubi (1930), de Pío XI, evidencia dicha histórica ambivalencia doctrinal del catolicismo.
Con el advenimiento de la modernidad, basada en la moralidad judeocristiana, Occidente intentó fijar “matemáticamente” la fecundación como el momento en el que la materia biológica se convierte en vida humana. Pero, la biología muestra que la placenta también contiene la misma información genética que el feto. Entonces, ¿por qué la placenta no es defendida como se defiende al feto?
Es más, ¿en qué momento esa materia orgánica viva, denominada feto, se convierte en individuo o persona? Si la respuesta es: desde la concepción. Entonces, ¿la placenta también es individuo o persona?
Y si el zigoto o feto fuese ya un individuo o persona, ¿por qué el nuevo individuo o persona no tiene los mismos derechos que el resto de los humanos? Porque legalmente los fetos no tienen derecho a la identidad, herencia, ciudadanía, etc.
Desde la óptica católica, si el zigoto es ya un individuo, creatura de Dios, ¿por qué no bautizan a los fetos desde el vientre materno para incorporarlos a la familia eclesial? O en el caso del onanismo, ¿por qué no bautizar los espermatozoides?