Como sacerdote impulsó la creación de la Fundación Caritas Chile y posteriormente como arzobispo de Santiago promovió la Reforma Agraria repartiendo tierras de la Iglesia entre los desposeídos y la construcción de viviendas económicas. Ya como Cardenal impulsó la fundación de la Vicaría de la Solidaridad para ayuda de víctimas de violación de Derechos Humanos durante el régimen militar. Nos referimos al Cardenal:
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Respuesta:
Después del 11 de septiembre de 1973, la Junta Militar presidida por el general Augusto Pinochet, comenzó un gobierno de carácter dictatorial y autoritario que, amparado bajo la premisa de mantener el orden de la nación, cometió sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante los 17 años que se mantuvo en el poder. En este complejo escenario, surgieron diversas organizaciones en defensa y promoción de los derechos humanos, que alzaron su voz para denunciar el violento clima, manifestaron su solidaridad hacia las personas perseguidas y sus familiares y estructuraron una red de apoyo para ellos.
La primera institución que se dedicó a esta labor fue el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (1973-1975). Este organismo ecuménico, integrado por las iglesias cristianas, fue creado para proteger la vida y la integridad física de los perseguidos políticos; tarea que desarrolló hasta 1975 cuando, por órdenes directas de Augusto Pinochet, debió ser disuelto. Sin embargo, el 1 de enero de 1976, el Arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez creó la Vicaría de la Solidaridad (1976-1992), institución ligada a la iglesia Católica y continuadora del trabajo del Comité. Ubicada en el Arzobispado de Santiago, a un costado de la Catedral, fue dirigida en sus primeros años, por el sacerdote Cristián Precht en su calidad de Vicario y Javier Luis Egaña como su primer secretario.
Durante sus 16 años de existencia, la Vicaría se dedicó sus esfuerzos a otorgar asistencia jurídica, económica, técnica y espiritual a las personas perseguidas por el régimen militar y sus familiares, además de defender sus vidas y buscar la libertad de los detenidos.
Para atender de una manera eficiente las distintas demandas de las personas que acudían a ella, la Vicaría organizó su estructura y programas de trabajo a través de cuatro departamentos: jurídico, laboral, campesino y de zonas. Dentro de los programas se destacaron el de las arpilleras, las bolsas de trabajos, los comedores infantiles y los centros de salud, entre otros.
De forma paralela, esta institución se dedicó a recopilar información sobre torturas, muertes y desapariciones de los perseguidos políticos, hechos que denunciaba en sus informes mensuales; las presentaciones sobre violación de los derechos humanos que anualmente realizaba el Vicario al Presidente de la Corte Suprema y en sus publicaciones como cartillas, libros y la revista Solidaridad. Todos estos documentos constituyeron parte fundamental de la memoria colectiva del país y le valieron ser reconocida popularmente como la "conciencia de Chile".
La acción de la Vicaría causó un profundo malestar en el gobierno militar y sus organismos de seguridad, lo que implicó que muchos de sus miembros fueran amenazados, perseguidos judicialmente, exiliados, encarcelados e incluso asesinados como fue el caso del jefe del departamento de análisis, José Manuel Parada, en 1985. Sin embargo, el permanente respaldo nacional e internacional permitió que la Vicaría de la Solidaridad sobreviviera a esta enorme presión y realizara su trabajo durante todo el período de la dictadura.
En 1992 y tras la llegada de la democracia, la Vicaría terminó sus funciones, dando paso a la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, organismo encargado de resguardar la documentación e información del trabajo realizado por la institución y el Comité de Cooperación para la Paz en Chile
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