como quitar tu alma de tu cuerpo
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La primera vez que el chamán Juan Bautista, al que hacen llamar Taita Juan, probó la ayahuasca, mantuvo «seis horas de lucha contra las serpientes». La revelación le convirtió en hechicero de su tribu en la región de Putumayo, a punto de extinguirse en el corazón de la jungla colombiana, y que todavía conserva sus rituales milenarios para llegar a la curación a través de la alucinación.
Sus visiones, pero también las de Taita Kajuyali, y especialmente las del gran hechicero del Amazonas brasileño, Sia Kaxinawa y su hijo Leopardo, dejaron ayer con la boca abierta a botánicos, psicólogos, antropólogos y juristas que desde ayer y hasta el próximo sábado han convertido la isla de Ibiza en la capital mundial de la ayahuasca.
Taita Juan y Taita Kajuyali compartieron maestro, el padre del primero, que les reunía en torno a piedras y huesos antes de consumir lo que llaman yagé, la sustancia mágica procedente de la decocción de la Banisteriopsis caapi (un antidepresivo inhibidor de la monoaminooxidasa), y la Psychotria, con alto contenido psicodélico. Una fórmula de manual que ayer rechazó Sia Kaxinawa, que elevó hasta cerca de 400 las fórmulas «para que el espíritu salga del cuerpo sin morirse».
Sus discursos eran las voces de sus ancestros, procedentes del principio de los tiempos, y que ahora les advierte de la extinción de sus pueblos por culpa de la globalización, llevándose consigo los rituales de su medicina, sin haber logrado acabar con los prejuicios en lugares del mundo como Europa. «Es una equivocación buscarla como experiencia alucinógena, pero si fuera adictiva estaría más loco de lo que ya estoy», cuenta Taita Juan.
El mundo de la medicina indígena es complejo. La ayahuasca la toma el paciente, pero también el curandero para saber qué debe tomar el paciente. «Solo los verdaderos chamanes no dicen que son chamanes», advirtió ayer Leopardo a muchos de los que querían aprender a serlo, alguno venido desde Australia para este encuentro patrocinado por el International Center for Ethnobotanical Education Research & Service (ICEERS).
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