¿cómo puede hacer para que todos tus sistemas funcionen adecuadamente?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Sistemas orgánicos que trabajan juntos
Los sistemas orgánicos a menudo trabajan juntos para realizar tareas complicadas. Por ejemplo, después de una comida copiosa, varios sistemas orgánicos trabajan de forma conjunta para ayudar al sistema digestivo a obtener más sangre para realizar sus funciones. El sistema digestivo recurre a la ayuda del sistema cardiovascular y del sistema nervioso. En este caso, los vasos sanguíneos del aparato digestivo se dilatan para transportar más sangre. Se envían impulsos nerviosos al cerebro indicándole que la actividad digestiva ha aumentado. Es más, el aparato digestivo estimula de forma directa el corazón mediante impulsos nerviosos y sustancias químicas liberadas en el torrente sanguíneo. El corazón responde con una mayor irrigación sanguínea. El cerebro responde al percibir menos hambre, más plenitud, y menos interés en la actividad física vigorosa (sistema músculo-esquelético), lo que conserva más sangre para que sea utilizada por el sistema digestivo en lugar de por los músculos esqueléticos.
La comunicación entre órganos y sistemas es fundamental, ya que permite regular el funcionamiento de cada órgano de acuerdo con las necesidades generales del organismo. En el ejemplo anterior, el corazón tiene que saber cuando los órganos digestivos necesitan más sangre para que pueda bombear más. Cuando el corazón sabe que el cuerpo está en reposo, puede bombear menos. Los riñones deben recibir la información necesaria para saber cuándo existe un exceso de líquido en el organismo, para producir más orina, o cuándo el organismo está deshidratado, para que puedan retener el agua.
Homeostasis es el término utilizado para describir cómo el cuerpo mantiene su composición y funciones normales. Dado que los sistemas de órganos se comunican entre sí, el cuerpo es capaz de mantener estables la composición de los fluidos y las sustancias internas. Además, los órganos no trabajan ni en exceso ni en defecto y cada uno facilita las funciones de los demás.
La comunicación necesaria para mantener la homeostasis tiene lugar a través del sistema nervioso autónomo y del sistema endocrino. La transmisión se lleva a cabo mediante productos químicos especiales llamados transmisores.
El sistema nervioso autónomo controla en gran parte la compleja red de comunicación que regula las funciones corporales. Esta parte del sistema nervioso funciona sin que la persona tenga conciencia de ello y sin que se perciba una señal evidente de que está trabajando. Los transmisores denominados neurotransmisores conducen mensajes entre diferentes partes del sistema nervioso, y entre el sistema nervioso y otros órganos.
El sistema endocrino consta de varias glándulas que producen transmisores químicos llamados hormonas. Las hormonas viajan a otros órganos a través del torrente sanguíneo y regulan la función de esos órganos. Por ejemplo, la glándula tiroidea produce la hormona tiroidea, que controla el ritmo metabólico (la velocidad a la cual se llevan a cabo los procesos químicos del organismo). El páncreas produce la insulina, que controla la utilización del azúcar.
Uno de los transmisores más conocidos es la hormona epinefrina (epinefrina [adrenalina]). Cuando alguien se encuentra de repente ante una situación de estrés o de miedo, el cerebro envía de inmediato un mensaje a las glándulas suprarrenales para que liberen rápidamente la epinefrina (adrenalina). En determinados momentos, esta sustancia química pone al organismo en estado de alerta, una respuesta que suele conocerse como respuesta de lucha o huida. El corazón late más rápido e intensamente, las pupilas se dilatan para recibir más luz, la respiración se acelera y la actividad del aparato digestivo disminuye para que llegue más sangre a los músculos. Este efecto tiene lugar de manera rápida e intensa.
Otras comunicaciones químicas son menos espectaculares pero igualmente eficaces. A modo de ejemplo, cuando el cuerpo se deshidrata necesita más agua, se reduce el volumen de sangre que circula por el sistema cardiovascular. Esta disminución del volumen sanguíneo la perciben los receptores de las arterias del cuello, que responden enviando impulsos a través de los nervios hacia la hipófisis (glándula pituitaria), una glándula situada en la base del cerebro que, en ese caso, produce la hormona antidiurética. Esta hormona estimula a su vez los riñones, para que estos disminuyan la producción de orina y retengan más agua. Simultáneamente, el cerebro percibe la sensación de sed y estimula a la persona para que ingiera líquidos.
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