¿Cómo podemos justificar los límites en el ejercicio de la libertad? ayudenme porfAA
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Respuesta:
EDUARDO LAVERDE TOSCANO Especial para EL TIEMPO
26 de mayo 1997, 12:00 a. m.
Tampoco la libertad constituye la totalidad de los bienes sociales, aún reconocida su necesidad frente a ellos y su deseabilidad en todos los órdenes. En sentido más elemental la definió Bertrand Russell libertad significa la ausencia de control externo sobre los actos de los individuos o grupos . Lo cual implica la existencia de controles internos coetáneos: dentro del individuo, o dentro del grupo. Si esos controles internos no existen o, como sencillamente la experiencia lo señala, son insuficientes o fallan, emerge la necesidad de controles externos o, lo que es igual, de límites al ejercicio de esa libertad. Internamente la libertad encuentra su primer y más claro límite en el propio tamaño de la responsabilidad moral de la cual tenga conciencia ese individuo o ese grupo. Donde, entonces, esa responsabilidad es el límite y la consecuencia que puede endilgarse por el ejercicio de la libertad. Y así, la noción de responsabilidad moral se torna causal. Atribuirle responsabilidad moral a alguien implica reconocer en él la causa o el origen de su acción; imputarle su propia acción, concluyendo que dependía de él y solo de él haber hecho lo que hizo, conclusión que habilita y justifica la censura o la alabanza que sobre tal acción se haga. La libertad es, entonces, presupuesto y resultado de la responsabilidad moral. Admitida la libertad de alguien para llevar o no a cabo una acción y, por ende, atribuir la responsabilidad moral por ella constituye presupuesto básico de la vida en sociedad si un individuo o un grupo no están dispuestos, tras el ejercicio de su libertad, a responder por sus acciones, dicha vida en sociedad resulta inconcebible pues ello equivaldría a un retorno a las denigradas leyes de la caverna o de la selva, cuyo primer tránsito hacía formas razonables de coexistencia social se hizo a través de los controles internos al ejercicio de la libertad o, lo que es igual, a la autorregulación del individuo o del grupo. Pero bien se sabe que aún esa autorregulación exhibe deficiencias ante las cuales resultan precisos los controles externos, comenzando por el del entorno familiar, siguiendo por el del conglomerado próximo y siendo el último de ellos el del Estado. El más importante de tales controles externos, reconocido como límite de la libertad es la propia educación. Y cito un ejemplo de Russell: La mayoría de nosotros nos abstenemos de robar, pero esa abstención que ahora nos parece natural es el resultado de muchos siglos de disciplina policial. Porque son esos límites externos al ejercicio de la libertad los que, por el camino de la disciplina, crean los hábitos que constituyen la regulación externa pero que se internaliza, al ejercicio de la libertad. El niño, entre seguir el régimen de disciplina externa que conduce a su educación y luego a su formación y la anarquía propia del juego, prefiere esta. Los padres y los maestros ante ello saben que deben imponer, entonces, un límite a la libertad de ese niño y procurar su alfabetización y su educación. De la misma manera: el niño, entre un vaso de leche y otro de Coca-cola preferiría siempre éste. Sus padres saben que para su mejor desarrollo físico será siempre mejor el de leche y así impondrán, limitando la libertad del niño, el consumo de este último. Lo mismo sucede con todos los hábitos sociales (o la ausencia de los mismos): entre pagar y no pagar impuestos el individuo y el grupo preferirán siempre lo último. No obstante, el Estado, cuando es consciente y además responsable y si adicionalmente tiene autoridad, sabe que debe establecer y hacer efectivo un límite al ejercicio de esa libertad del individuo y del grupo, que se sabe no autorregulada, y habrá de crear y aplicar las normas que conduzcan a que el ciudadano como el niño aprenda a leer, antes de jugar; consuma la leche antes que la Coca-Cola; pague sus impuestos antes que omita el hacerlo. Ante lo cual habrá de entenderse que más importante que la libertad del individuo, es la libertad del Estado. Y que ella depende de su autonomía y esta de la suficiencia de los recursos que de todo orden deben estar al alcance del propio Estado para gobernar.