como persuadir a un chico para jugar con sus sentimientos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1 Lo primero que hacemos es la típica: hacernos la víctima poniendo esa carita de “gatita arrepentida”. Les lanzamos nuestra mirada más tierna, así obtenemos inmediatamente su compasión y logramos aquello que queríamos.
2 Ésta generalmente no falla: hacerse la madura. Para esto sólo necesitas bajar el tono de voz, hablar lo más lento y claro posible, ya que así entregarás una falsa sensación de seguridad y de que lo que estás diciendo es una verdad absoluta. De esta manera conseguirás que él se confunda y piense que tienes la razón. Como siempre.
3 Haciéndolos sentir culpables. La idea es mezclar argumentos válidos con exageraciones o algunas mentirillas, como por ejemplo: “Hace meses que no salimos”, “nunca hacemos nada” o “siempre dices lo mismo”. Cualquier cosa que a él lo haga sentir como un machista y a ti te deje como la “pobre niña”.
4 Otra infalible es mezclar un poco de molestia con decepción. Poner cara de enojada, mirarlo fijamente y achicar los ojos, como diciéndole “eres igual al resto de los hombres” o "pensé que eras diferente". Con eso lo matas.
5 Seduciéndolo. Los hombres son débiles y fáciles en general. Cada una conoce las “debilidades” de quien tiene al lado, así que acá los tips sobran.
6 Somos especialistas en dar vuelta las situaciones. Algunos quedan locos tratando de entender cómo fue que llegamos a ese punto y otros, simplemente no lo consiguen nunca. La cosa es quedar bien parada y no escatimamos en utilizar las armas que tengamos a la mano, por ejemplo, sacando a relucir un pequeño recordatorio de las “embarradas” que se ha mandado.
7 Finalmente, la técnica de la indiferencia es un clásico. No hay nadie que no la haya probado y nadie a quien lo le haya resultado al menos una vez. Los hombres no soportan eso. Para esto, sólo tienes que hacerte la interesante y crear distancia, de esta manera estarás presionándolo sin que se de cuenta para que caiga en tus redes. Si viven juntos, déjalo solo, ándate a leer un libro o a ordenar algo y ¡listo!, el chiquillo en cuestión correrá directo a tus faldas cual cachorrito abandonado.
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