¿Cómo nuestros antepasados gestionaron los recursos hídricos (agua) y para qué?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1. Mirar hacia el pasado
Nuestros ancestros priorizarían saber qué pasa con el clima, porque el clima es el que nos trae agua. Algunas veces se demora en llegar, a veces será demasiada… Ellos eran maestros en la gestión de riesgos. Querían saber qué está pasando aunque no estuviera escrito en ningún lado, y por eso sabían que después de la noche viene el sol, que las estaciones se repiten… Conocían los ciclos así que intentaban entender el pasado para conocer el futuro. Analizando el clima podemos anticiparnos a fenómenos meteorológicos y tomar precauciones o sacar más provecho de lo poco que tengamos. Anticipar, además, significa entender la historia. No debemos limitarnos a la observación de los fenómenos durante nuestro tiempo de vida, mi papá, abuelo, bisabuelo… ya venían haciendo ese mismo trabajo en la misma zona, con el mismo tipo de agricultura… Nos sirve esa información también. Son cientos y cientos de años de experiencia que tienen muchísimo valor.
2. Dar el valor justo al exceso de agua
Hay dos fenómenos diferentes: puede que caiga mucha agua o que haya sequía. Pensamos que la sequía es peor pero el exceso de agua es más peligroso porque ocurre de repente y todo se destruye si uno no está preparado. La sequía, sin embargo, es gradual. A ellos les preocupaba más una lluvia demasiado fuerte porque con las sequías se puede ir aprendiendo poco a poco y buscando una solución. Hoy hemos perdido ese enfoque. ¿Y por qué la gente vivía en el desierto si es difícil vivir? Porque con tanto sol, su producción agrícola, si salía, crecía más rápido y en cantidad, más que en una zona lluviosa donde hay más humedad y los cultivos se pudren… En las zonas semiáridas han surgido todas las civilizaciones grandes que hemos conocido. Además no se necesita tanta agua para sembrar, es una equivocación: la ciencia se está dando cuenta recientemente que una planta necesita mucha menos agua para alimentarse de la que creemos.
Los cientos y cientos de años de experiencia tienen muchísimo valor
3. Aprender el lenguaje de la naturaleza
¿Alguien vio lo que pasó hace seis meses en el sol? Estaba rodeado por un halo enorme. Era impresionante y casi nadie puso atención aunque era algo totalmente raro. Esos fenómenos nos deben decir algo, pero ni nos dimos cuenta. No suele ser tan obvio pero, a veces, sí podemos ver pequeños anillos y lo que nos indican es que es un día sin muchas nubes, y eso significa que en la noche seguirá estando despejado y todo el calor del día se irá y podría venir una helada. Quienes saben cuándo habrá heladas saben cuándo es mejor plantar para recoger a tiempo. En los alrededores del lago Titicaca de Bolivia, a cuatro mil metros de altura, aún se valoran y conservan esos conocimientos. En esa zona normalmente siembran en septiembre hasta noviembre. Pero desde marzo están observando el clima. Escogen a un mayor de la comunidad, un líder que en Bolivia se llama yapuchiri, por ejemplo. Él se hace cargo de pronosticar el clima. Tienen miles de señas y secretos y observan muchas cosas: la aparición de unas flores, unos pajaritos… todo.
4. No menospreciar las plantas silvestres
Hay vegetales que hemos domesticado, como la papa silvestre, que es pequeña y no tiene mucho sabor. Le hemos cambiado sus características a lo largo de la Historia para poder comercializarlas y comerlas. También ocurre con la versión original del maíz, domesticado en México. El original no se reconoce para nada porque los granos son bien pequeños. Nuestros antepasados iban seleccionando y modificando pero conservaron la versión original sin variación genética porque de ella se puede aprender mucho. Alrededor del lago Titicaca cultivan papas y otros tubérculos que han sido domesticados durante siglos, pero nunca destruyen la planta silvestre porque ellos saben que si conocen comportamiento de la planta original, sabrán cómo se comportará la domesticada.. Esto es muy importante.
Explicación:
espero que te ayude