¿como llega Illía al gobierno tras la caída de Frondizi?
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El 18 de marzo de 1962, en las elecciones parciales para legisladores y gobernadores, el peronismo ganó diez de las catorce gobernaciones, entre ellas la de Buenos Aires. En el plano legislativo, los resultados no fueron tan desastrosos para el gobierno. La UCRI perdió la provincia de Buenos Aires, pero ganó la Capital Federal, seguida por la Unión Popular. La UCRP entró tercera. La UCRI también ganó en Entre Ríos, La Pampa, Corrientes, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los conservadores se mantuvieron triunfantes en Mendoza y la UCRP en Córdoba, con la fórmula Illia-Páez Molina.
En Buenos Aires se impuso la fórmula del Frente Justicialista: Framini-Anglada. El resultado de la elección fue totalmente inesperado para el ministro del Interior, Alfredo Vítolo, quien daba por seguro un amplio triunfo del oficialismo. Yo estuve toda la tarde en Olivos, donde reinaba la soledad y el silencio.
La derrota no fue una sorpresa para el presidente, ya que estaba seguro de que era muy distinto ganar elecciones parciales en las provincias, que enfrentar al peronismo en una votación general donde pudiera expresarse, por primera vez, votando a sus propios candidatos. Pero no pudo resistir las presiones de los más importantes dirigentes de su Partido.
Jacobo Timerman había vuelto de Madrid en vísperas de la elección y me encontré de inmediato con él en el bar Tamanaco, de Santa Fe y Azcuénaga, donde me contó, para que se lo transmitiera al presidente, que su gestión había fracasado, porque Perón se le adelantó: convocó a las agencias a su casa e hizo una declaración de apoyo a la concurrencia a las urnas para votar por los propios candidatos, aun si ello pudiera producir -en caso de un triunfo masivo- el golpe militar. La gestión se la había encomendado Frigerio y no Frondizi, y consistía en tratar de que Perón advirtiera a los peronistas que si se volcaban masivamente a las urnas votando a sus candidatos, podría producirse el golpe militar, y la victoria electoral sería entonces una victoria pírrica.
El día 18, después del cierre del comicio, nadie llamó a Olivos y nadie, salvo algún pariente, visitó a Frondizi. Por la noche comenzaron a aparecer algunos mensajeros. Estaba en el aire la posible intervención de las provincias donde hubiera ganado el peronismo, sobre todo en la provincia de Buenos Aires.
Yo me quedé en su despacho de la planta baja de la quinta de Olivos, dormitando en el sillón del escritorio y recibiendo llamados oficiales, como el del ministro Vítolo, que lo hizo a la dos de la mañana y me pidió que despertara al presidente.
Le dijo entonces por teléfono que las FFAA no exigían la intervención de las provincias donde hubiese ganado el peronismo, pero el presidente asumió la total responsabilidad de intervenirlas, ya que tenía información muy precisa de que se venía el golpe, ya muy difícil de parar, y pensaba que no intervenir a las provincias conflictivas lo aceleraría aún más.
Vítolo le expresó que la decisión de intervenirlas lo obligaría a renunciar como ministro del Interior, cosa que ocurrió. Frondizi me pidió que ubicase a Frigerio y que le indicara que se fuera del país. Así lo hice, a las cuatro de la mañana, hora en que lo encontré después de una larga búsqueda. Cuando le dije que el presidente había decidido intervenir las provincias donde hubiese ganado el peronismo, no lo podía creer. No lo consideraba necesario. Me dijo que se instalaría en Montevideo. Volví a la quinta de Olivos
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