cómo llega hongania a la presencia
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Respuesta:
En medio de un ambiente marcado por la sensación de estancamiento económico heredada de la década anterior y la imposibilidad de desaparecer al peronismo de la escena política, Onganía accede a la presidencia de Argentina precedido por una inmensa popularidad. Su proyecto no busca reorganizar la política sino abolirla para dar una nueva forma a la sociedad. Este intento, nuevo en lo institucional, -excepto por el fallido intento de Uriburu-, no lo es en la historia de las ideas políticas argentinas. Los nacionalistas de La Nueva República en la década del 20 fueron los primeros en proponerlo, pero no los únicos.
Por medio de una sucinta genealogía del pensamiento nacionalista, se tratará de entender las concepciones ideológicas del gobierno de Onganía y la dimensión del conflicto entre liberales y nacionalistas durante esta etapa de la Revolución Argentina. Se concluirá con la hipótesis de que el mencionado gobierno recogía una tradición ya instalada en el pensamiento político del país: el nacionalismo católico.
I
La década de 1960, al igual que en la mayor parte del mundo desarrollado, significó para Argentina el comienzo de un período de crecimiento sostenido de algo más de diez años. Entre 1960 y 1974, el PBI se incrementó a un muy respetable promedio del 6%, dando la sensación de que al fin se abandonaba el ciclo de stop and go que había caracterizado al período comprendido entre 1948 y 1963, cuando el producto per cápita creció en un mediocre 4% (Gerchunoff y Llach, 2003:293 y 309).
Pero también como en el resto de occidente, esos años estuvieron signados por intensas movilizaciones populares, exacerbación de las luchas políticas y de las pujas redistributivas. Pero si los conflictos sociales asociados a los «treinta gloriosos» europeos o a la movilización estudiantil estadounidense, permitieron un ajuste institucional que redundó en el fortalecimiento de las democracias occidentales a través del Estado de Bienestar, ese no fue el caso argentino.
En Argentina la conflictividad desembocó en la violencia estatal y guerrillera que alcanzó su cumbre macabra con la dictadura militar que comenzó en 1976, resultado de un muy marcado proceso de autonomización político-ideológica que, sin embargo, no comienza en la década del 70 sino que se presenta como una constante durante toda la década anterior3 (Verón y Sigal, 2003:237).
Esta autonomización explica el éxito de la campaña ideológica contra Arturo Illia –presidente constitucional- que desembocaría en el golpe de estado que impuso al general Juan Carlos Onganía como presidente de la República y como conductor de la llamada Revolución Argentina.
En este contexto, como relatan varios autores (Selzer, 1973; De Riz, 2000), algunos medios de comunicación, con amplia recepción en sectores ilustrados de las clases medias, iniciaron una metódica campaña de desprestigio del gobierno y de Arturo Illia a quien presentaban como la encarnación de la ineficiencia y el tradicionalismo paralizante.
El desencanto producido por el fracaso del gobierno de Frondizi (De Riz, 2000:185), la irresponsabilidad de los partidos políticos que no veían posibilidades de arrebatarle el poder a Perón por el juego democrático -como lo había demostrado el triunfo de su candidato en las elecciones de Mendoza-, más la efectiva propaganda ideológica de los medios liberales y nacionalistas, se aunaron para construir la imagen de la inevitabilidad de la caída de Illia (Selzer, 1973).
Paradójicamente, el golpe militar se llevó a cabo cuando el gobierno radical estaba produciendo resultados económicos inocultables. En los dos años de la administración radical –señalan Gerchunoff y Llach (2003:300)- el PBI aumentó cerca de un 10% y la tasa de desempleo cayó, en 1966, al nivel record del 4.6%. No fueron motivos económicos los que estaban en la base la pérdida de popularidad del presidente Illia4. Sin duda se trató de la primacía de lo político sobre lo económico.
Para una mejor comprensión de la autonomización de lo político-ideológico se hace necesario el estudio de las fórmulas políticas que estaban en juego y las configuraciones discursivas que las sustentaron. No es la figura de Onganía y sus ideas, lo que puede explicar el «onganiato», sino cómo se inscriben ellas en una particular trama de relaciones discursivas y de poder resultado de las distintas fórmulas políticas que se habían ensayado en la historia argentina en su interacción con los problemas que el cambio planteaba. Idealmente, este trabajo implicaría una genealogía de los discursos que apoyaron a Onganía y la manera en que las manifestaciones del lacónico general fueron interpretadas y recontextualizadas. En el nivel exploratorio que propone este ensayo, y como paso previo a una aproximación de más largo aliento, se busca identificar el sitio que ocupó la fórmula política representada por Onganía en la tensión entre liberalismo y nacionalismo que caracterizó a la política Argentina desde, por lo menos, los años 30.
II