Geografía, pregunta formulada por maria76457, hace 8 meses

como jesus da su mision a los seres humanos​


maria76457: ok gracias
maria76457: no ya no tengo mas
maria76457: ok tranqui
maria76457: ok chao

Respuestas a la pregunta

Contestado por TodoGamersCuare
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Explicación:

Para muchos creyentes, el mensaje central de la misión de Jesucristo sobre la Tierra fue su infinito amor, su misericordia y su bondad. Con sus enseñanzas, el Hijo de Dios nos mostró el camino a seguir y cómo contemplar la gloria de su creación.

Para quien cree en él, todo eso es ciertamente verdadero, ya que Jesucristo, siendo Dios, es infinitamente bueno y misericordioso, y con su amor nos da cada día el ejemplo para poder conducir una vida pura, caminando en la luz.

¿Estamos seguros, sin embargo, de que este fue el objetivo principal de su misión sobre la tierra? ¿Estamos completamente seguros de que basta confiar en su amor y en su bondad para poder ser salvados?

Es verdad que Dios es infinitamente bueno y misericordioso, de manera que quiere poder perdonar todos los pecados. Pero debemos considerar que Dios es también infinitamente justo. Por tanto, debe poder condenar todos los pecados.

 

Pero como Dios es también infinitamente sagrado, no podrá nunca haber pecado en su presencia. Por tanto, después de nuestra muerte, ¿podremos estar en su presencia o no podremos?

Nosotros, incluso si intentamos de todas las formas ser completamente puros, no podremos estar completamente exentos de pecado. Pecaremos con las acciones, con las palabras, incluso con los pensamientos. Cualquier acto de no humildad es un pecado contra Dios. Como hemos pecado, por definición no podremos estar en su presencia, ya que Dios no puede coexistir con el pecado.

Es así como se explica el don, el maravilloso regalo que el Padre nos hizo enviándonos al Hijo. Sin el Hijo, no podremos salvarnos, sino que estaremos perdidos.

Y, por tanto, Dios debe sacrificarse a sí mismo en forma humana por causa del pecado, debe quitar el pecado del mundo, y no hay nada que podremos hacer nosotros solos para estar en presencia de Dios sin pecado. Dios nos ama talmente que, a pesar de nuestros pecados, continuará amándonos y nos ofrecerá siempre la posibilidad de ser salvados.

Incluso si esto significa su humillación, incluso si esto significa que Dios no es adorado por ángeles sobre un trono, sino crucificado después de indecibles humillaciones. Dios quiere hacer eso porque ama al hombre más de cuanto ama su majestad.

De hecho, en la creencia cristiana, ¿cómo podrían nuestros pecados ser expiados sin la sangre de Cristo? Veamos el porqué.

Cuando se peca y hay consciencia de haber pecado, por lo general se intenta remediar.

Pero incluso si intentamos remediar este pecado, tal vez tratando de dar una compensación, el pecado permanece. Nadie puede quitar el pecado, excepto Cristo. Y este fue el objetivo principal de su misión sobre la tierra: quitar el pecado del mundo. Ojo: no “quitar el pecado de Israel”, sino “quitar el pecado del mundo”. (Juan 1, 29):

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.  

Quien cree que la sangre de Cristo puede lavar sus pecados y confía en él, cree en él. Quien no cree que su sangre puede quitar sus pecados, simplemente no cree en él. Evangelio de Juan (3, 16-21):

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.  

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.  

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  

Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.  

 

Más el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.  

 

Según la creencia cristiana, por tanto, Dios no perdona los pecados “desde lo alto”, sino pagando él mismo. Dios no delegó a una “criatura” suya el sufrimiento en la cruz. Dios mismo estaba en la cruz, dándonos el máximo ejemplo de humildad, porque amaba talmente al hombre que se sacrificó por él, cargando sobre sí todos los pecados del mundo y volviéndonos libres. Además, solo Dios, ser infinito, podía pagar con su sangre por todos los pecados del mundo que, por definición, siendo pecados contra Dios, tienen una gravedad infinita.

Con el objetivo de estudiar el origen de esta creencia veremos algunos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Demostraremos que los primeros cristianos creían que la sangre de Cristo podía quitar el pecado, y veremos cómo esta creencia influenció de tal forma sus vidas, al punto de llevarlos al martirio por afirmar la Verdad.

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