¿Cómo influye la autonomía y la heteronomía al decidir cómo relacionarse con las personas?
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Respuesta:
Desde el regreso de la democracia en Argentina, a principios de los años ochenta, los espacios laborales donde se emplearon los sociólogos experimentaron un notable crecimiento y heterogeneización. A la recuperación y normalización de las instituciones académicas, se sumaron un conjunto variado de instituciones no académicas que comenzaron a contratar un número cada vez mayor de sociólogos (dependencias estatales, consultoras especializadas en análisis de mercado o en estudios de opinión pública, grandes empresas privadas, ONG y organismos multilaterales).
Aunque no se tratara de un hecho sin precedentes, la expansión de estas inserciones implicó una redefinición profunda del escenario de la sociología local, con un número creciente de personas que utilizaban las herramientas propias de la disciplina más allá del medio académico. Desde la orientación y confección de las políticas públicas contra la pobreza, hasta el diseño de las estrategias de comunicación publicitaria de grandes empresas multinacionales, el abanico de actividades y tareas asumido ha sido ciertamente amplio. En un marco social signado por la creciente valoración del saber técnico, los sociólogos mostraron una notable versatilidad y capacidad para penetrar en diversos campos de intervención profesional.
Frente a esos cambios, la Carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) -la más antigua del país en lo que a ciencias sociales se refiere y la institución que producía año a año el contingente más numeroso de graduados-, mantuvo una marcada singularidad.1 En efecto, a diferencia de otras carreras universitarias en las que es usual que haya una definida preocupación por presentar una gama de opciones que se abre a partir de la graduación y anticipar de esa forma el ejercicio profesional, desde su reorganización iniciada con el regreso de la democracia, la Carrera de Sociología se configuró como un espacio poco receptivo a la preocupación por la inserción laboral de sus estudiantes y a las variadas experiencias desarrolladas por sus graduados.
La conjunción de ambos procesos -un mercado laboral sumamente dinámico y cambiante, y una carrera refractaria a pensar el problema de la inserción profesional de sus graduados-, se tradujo en una marcada discordancia entre el conjunto de ideas y expectativas sobre el ejercicio de la sociología que los alumnos adquirían durante la socialización universitaria y los roles que efectivamente asumían una vez graduados. Si bien es posible suponer que hay siempre una relativa distancia entre formación universitaria y ejercicio profesional, propia de toda transición e ingreso al mundo del trabajo, la magnitud que asume en este caso le imprime un particular interés.
Según se argumentará en este trabajo, las prácticas profesionales de los sociólogos están fuertemente signadas por el conjunto de ideas o esquemas clasificatorios que sobre la sociología y el supuesto rol del sociólogo fueron siendo incorporados durante la socialización universitaria. Es a partir de esos esquemas que los graduados perciben y jerarquizan las distintas opciones de inserción laboral. Así, se van perfilando y definiendo aquellos aspectos que gustan y aquéllos que no; aquéllos que disfrutan y los que les generan incomodidad; se establecen las temáticas que son consideradas más relevantes y aquellas que no suscitan interés. De este modo, las opciones y decisiones que toman en relación con su trabajo, son inseparables de las preferencias o valores transmitidos por la institución responsable de la formación.
En este sentido, nuestro enfoque, preocupado por el rol performativo de las ideas y su eficacia simbólica en la construcción de la realidad social, busca analizar el impacto que tienen en las prácticas profesionales los esquemas de clasificación de los sociólogos sobre su mundo laboral, incorporados estos últimos en buena medida durante la socialización universitaria. Entendemos que el análisis de la dimensión subjetiva, es decir, la forma en que los sociólogos conciben y se posicionan frente a su mercado de trabajo, es un elemento indispensable para abordar y comprender sus prácticas profesionales y su relación con las distintas instituciones o esferas en las que se insertan. Como indica Bourdieu, lo social tiene una doble existencia: está en las cosas pero también, y con fuertes consecuencias para la producción de esas cosas, en los esquemas de percepción, pensamiento y acción que los sujetos ponen en juego en sus iniciativas cotidianas (Bourdieu, 1997).
Explicación:
Espero que te sirva
Respuesta:
esa es la respuesta me das corona