Cómo hacer una dramatización de lectura
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APUNTES SOBRE LECTURAS DRAMATIZADAS
En mi experiencia, tanto de profesor de interpretación como de actor o director en lecturas dramatizadas, he ido encontrándome con inesperadas riquezas (digamos problemas que por ese lado no parecía que se pudiesen abordar) en la práctica de la lectura, ya sea con texto en atril o con texto en mano, lo cual en todo caso establece diferencias importantes. Aparece en esa sencilla acción toda una constelación de fenómenos extraños.
Lo más sencillo, como tantas veces, es lo que no suele tenerse en cuenta. Para empezar, es preciso quitar de en medio el raro prejuicio de que la acción de leer no sea eso, una acción entre otras. Una acción que presenta algunas particularidades interesantes: quizá la más llamativa sea la alternancia (se trata de una corriente alterna) entre dos tiempos: el de la lectura interior silenciosa y el de la lectura en voz alta. Basta con pedir que se marque con claridad esa alternancia (un tiempo de mirar al papel para descifrar una frase y un tiempo de mirar al público o al compañero para decirla) para que se revele un buen número de cuestiones abiertas, que conciernen a las bases de la comunicación en el teatro.
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