¿Cómo hacer un debate con altura?
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VAS A UN DEVATE EN LA MONTAÑA
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XD
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La reflexión viene ahora que la administración del alcalde mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, ha radicado la propuesta de lo que, en su opinión, debe ser la preservación de la reserva Thomas van der Hammen, un área de 1.396 hectáreas ubicada en el norte de la capital que, si bien comprende humedales, bosques, riqueza hídrica, fauna y flora, también alberga de tiempo atrás cultivos, ganado, clubes privados, vivienda, escombreras e instituciones educativas, entre otros ocupantes.
Este territorio fue declarado hace ya más de un lustro reserva productora, y se establecieron 21 proyectos para su restauración (aún no se ha ejecutado ninguno). Muchos sostienen que se trata de un pulmón vital y que cualquier intervención no solo va en contra de lo establecido, sino que constituye un atentado a un patrimonio de los bogotanos.
En la otra orilla, la Alcaldía busca cambiar esa categoría por la de zona de protección y hacer un desarrollo urbanístico que, según el Gobierno, amplíe el área de conservación –pasaría de 634 a 1.104 hectáreas– a través de corredores ecológicos que conectarían con los cerros orientales, permitiría el acceso al público y evitaría que la ciudad se siga expandiendo hacia municipios vecinos. En el fondo, a ambas partes les asiste el mismo propósito: la custodia de la reserva, pero distan en cómo debe hacerse. Para los primeros hay que mantenerla intacta, y debe cumplirse con su rehabilitación, mientras que para la Alcaldía, la mejor forma de protegerla es por medio de un desarrollo sostenible.
El debate es de honda importancia, y así debe tratarse. Apelar a la descalificación, el señalamiento o discutir con epítetos, aprovechándose para ello de las redes, le hace daño a la misma reserva. No es con histeria verbal ni con discursos incendiarios como se debe razonar sobre una materia que requiere de explicaciones y amplia pedagogía. Y en ello deben emplearse tanto la Alcaldía como sus contradictores: exponer inquietudes, advertir riesgos, sugerir; todo, menos politizar la cuestión, pues se caería en el terreno fácil de la desinformación, la especulación y los clichés facilistas.
Como decíamos al comienzo, se trata de un debate que debe darse sin ambages, una discusión acerca del mayor desafío que hoy se plantean las ciudades del mundo: cómo construir entornos urbanos que garanticen calidad de vida a la vez que se protegen sus recursos naturales. Para el caso que nos ocupa, qué bueno sería escuchar las voces sensatas de la academia y de organismos como Conservación Internacional, Instituto Humboldt o WWF. Insistimos: de la rigurosidad de los argumentos dependerá el futuro de un ecosistema que trazará el destino de la Bogotá de las próximas décadas.
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