Como ha influido el factor lingüístico en los conflictos dentro de los estados nacionales europeas
Respuestas a la pregunta
1. La Edad Media: la formación de las lenguas romances en la península ibérica.
Antes de que se produjera la conquista romana de Hispania se hablaban en la península diversas lenguas, que convivieron con el latín hasta que se extinguieron por completo, con la única excepción del vasco. Pese a ello se ha supuesto que las lenguas precélticas, célticas, tartesias y el ibérico dejaron su huella e influencia en la peculiar evolución del latín en los diversos territorios del imperio romano. Es la teoría del sustrato. Desde el año 218 a. de C. comienza la romanización de la península ibérica, con la implantación de la cultura y la lengua latina (latín clásico en la escritura y el llamado latín vulgar en el habla). La implantación del latín fue más rápida en las ciudades que en el medio rural, pero en los comienzos de nuestra era la lengua de Roma ya era la lengua mayoritaria en Hispania. Esta unidad lingüística de la península -imperfecta por la pervivencia del vasco- venía avalada por la norma escrita, el prestigio y el uso jurídico -y posteriormente eclesiástico- de la lengua de Cicerón.
La unidad del latín escrito no era tan clara en el habla, pues su modalidad ´vulgar´ había sido aprendida por soldados y mercaderes de variadas procedencias y la influencia de los distintos sustratos favorecía una cierta fluctuación entre distintas variedades de hablarlo. La presencia visigoda (a partir del siglo V) no impidió ni la unidad religiosa, ni jurídica ni supuso una amenaza para el habla (pues la influencia superestrática de las lenguas germánicas se dejó sentir más que nada en el léxico), pero sí favoreció la fragmentación, luego acelerada por la invasión árabe, época en la que hubo largos periodos de bilingüismo hasta terminar imponiéndose las variedades lingüísticas de los reinos cristianos, no sin dejar de sufrir también la influencia árabe tanto en el léxico como en el plano fónico.
Fue sin embargo en los territorios del norte, del Atlántico al Mediterráneo, donde se fraguaron las variantes del latín que acabaron diferenciándose en dialectos. Justamente es en este periodo, que va desde el siglo IX hasta el XII, cuando surgieron en la península unos romances, que darían paso a lenguas románicas. No es éste el lugar para una detallada visión de cómo evolucionan los dialectos primitivos del latín y de los rasgos del primitivo romance hispánico, que encontramos, entre otros, en las obras de Lapesa y de Menéndez Pidal. Nos interesa para nuestro propósito concentrarnos más en los problemas sociolingüísticos que en los propiamente filológicos, por muy interesantes que estos sean.
Como consecuencia de la fragmentación del latín en Hispania se van a constituir cinco variedades dialectales medievales: el gallego, el astur-leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. A estas habría que añadir el mozárabe, variante latina de las zonas dominadas por los musulmanes, que desparecería, pero no sin dejar importantes huellas en algunas modalidades de las que más tarde serían lenguas neolatinas