¿como ha cambiado el estilo de vida desde el periodo prehistórico a la edad contemporánea?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El término y la conceptuación misma, la categoría pensada y construida, de una historia contemporánea fue producto de las convulsiones revolucionarias que se sucedieron en el paso del siglo xviii al xix. Por contemporáneo se entendió entonces una especie nueva de tiempo histórico, una categoría propia para identificar precisamente una sucesión, antes desconocida, de acontecimientos inauditos, y, en fin, una experiencia peculiar de la historicidad. A partir de los componentes inéditos que introduce la Revolución en la conciencia europea, la contemporaneidad se convirtió en una acepción aplicada a la experiencia temporal en un doble sentido: por una parte, como contenido de conciencia, y, aunque más tardíamente, también como determinación precisa para un cierto tipo de historiografía.
La conciencia de asistir al nacimiento de un mundo nuevo fue inseparable de la experiencia revolucionaria americana y, posteriormente, europea en el tránsito desde el Antiguo Régimen. El tiempo de las revoluciones de fines del siglo xviii fue percibido por los coetáneos como «otra historia», o como una historia nueva1. La contemporaneidad se asimilaba al luminoso proceso que rompería definitivamente las cadenas que aherrojaban la posibilidad de progreso, en el que se creía firmemente desde un siglo antes, progreso que derribaría las monarquías absolutas y que anunciaba una era de libertad.
Si bien su obra es relativamente tardía en relación con ese proceso mismo de la conceptuación de la contemporaneidad como nuevo tiempo histórico, los estudios de Alexis de Tocqueville son un indicativo ejemplo de esta forma de entender el carácter revolucionario de los tiempos nuevos sin olvidar lo que tuvieron de continuidad2. Ese nuevo mundo era justamente la contemporaneidad, una categoría histórica que atravesó aún alguna vacilación en su consolidación antes de convertirse propiamente en Historia, en una nueva historia. El hecho de que la «revolución» fuese el fundamento de la contemporaneidad, tanto en la percepción de los contemporáneos como en el afloramiento de una nueva historiografía, ha sido señalado ya con bastante acierto3.
Explicación:
La historia se ha dividido en: prehistoria, desde que surge el hombre hasta la aparición de la escritura; la edad antigua, desde la invención de la escritura -5000 a. C.- hasta el año 476 d. C., con la caída del imperio romano; la edad media, desde el año 476 hasta 1453, año en que Constantinopla cayó en poder de los turcos; la edad moderna, que se extiende desde 1453 hasta 1789, año en que estalló la revolución francesa y, por último, la edad contemporánea, desde 1789 hasta la actualidad, aunque el Reino Unido no reconoce este periodo porque para ellos todavía estamos en la edad moderna. Sin duda, desde hace más de quince años que ha habido unos cambios radicales que justificarían una nueva edad sin saber cuál debería ser su nombre más apropiado.