Ciencias Sociales, pregunta formulada por mibellafamiliadios, hace 2 meses

¿Cómo fue la vida social de las ciudades de Guayaquil y Quito a finales del siglo XIX?

Respuestas a la pregunta

Contestado por sanchezmontanezdavid
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Respuesta:

La idea que tenemos del Ecuador en la primera mitad del siglo XIX es confusa debido a la falta de investigaciones históricas. El  criterio más difundido es que se trataba de un país escasamente articulado, sujeto a un proceso de desurbanización o ruralización, con un mercado interno debilitado. Aunque la vida de la naciente República se organizaba desde la ciudad, la mayor parte de la población se había concentrado en el campo, integrada en haciendas, pueblos y parcialidades, convertidas en “dominios” y,  a su vez, en “zonas de refugio”1. Al entrar en crisis la administración colonial y desarticularse la economía de la Audiencia, se habría generalizado la sensación de “des-orden”. La propia ciudad comenzaría a ser percibida como ruralizada e incivilizada2. La crisis demográfica afectó tanto a los espacios urbanos como a los rurales, pero su impacto fue más grande en las ciudades: Evidentemente son las ciudades las que se ven afectadas en primer lugar por la crisis: hombres reducidos por los ejércitos o que se refugian en 1 2 Minchon (1986: 475) registra una caída de la población de Quito de 30.000 habitantes a menos de 20.000 a comienzos del siglo XIX. Esta recesión demográfica fue aún mayor en otras ciudades de la sierra central: Latacunga pasó de 5.000 a 2.200 habitantes; Ambato, de 4.000 a 2.000; Riobamba, de 8.000 a 2.500. Sin embargo, el mismo Minchon relativiza estos datos ya que la estrecha relación ciudad-campo hacía que los flujos de población de una a otra parte, fuesen permanentes. Un  tipo de percepción que venía desde el siglo XVIII, si nos atenemos a los estudios de  Terán y Lavallé. el campo para evitar la conscripción, destrucción mortífera de grandes edificios por los terremotos, lugar donde se deciden los combates por el control de todas las epidemias...todo contribuyó a afectar a un sistema urbano que ya era parásito en la época colonial (Saint-Geours 1986: 485). Con el decaimiento del comercio, una buena parte de la población rural, particularmente indígena, dejó de tener comunicación continua con el mundo urbano. Grandes espacios vacíos o escasamente poblados separaban una región de otra y muchas zonas, de manera particular las selváticas, eran desconocidas o poco conocidas. De  acuerdo con  Taylor (1994), durante las primeras décadas de la República los contactos entre la población blanca y la indígena, en regiones como la Alta Amazonía, habían disminuido al mínimo . Los documentos oficiales de la primera mitad del siglo XIX nos devuelven la imagen de un país fragmentado y escindido, atravesado por profundas crisis políticas y económicas, en las cuales la población había mermado notoriamente como consecuencia de las guerras de independencia y las luchas promovidas por los caudillos. No  menos importantes fueron los efectos de las pestes y el deterioro económico. La ausencia de un sistema de pesas y medidas unificado, la escasez de moneda circulante y la existencia de distintos tipos de monedas de circulación restringida, habrían afectado las relaciones de intercambio3. De  acuerdo con las comunicaciones de esos años, tanto el estado de las vías como el limitado crecimiento de los centros urbanos habían contribuido a debilitar el mercado.  En  realidad, no existían caminos que comunicasen las zonas del interior con las laterales -así, a Quito con Esmeraldas, la región costera más cercana4. Los únicos vínculos estables eran los que 3 4 En una comunicación emitida en Sangolquí, población cercana a Quito, se decía: “Nos vemos en una calamidad espantosa en este pueblo a consecuencia de la circulación de la moneda; pues la gente infeliz está al perecer de necesidad, porque en el mercado rechazan la moneda que les da la gana, y como a esta parroquia no ha venido disposición de ninguna parte, nos hallamos ignorantes de lo que haya dispuesto el supremo gobierno a este respecto. En  este estado suplico a Usted se sirva  comunicarme la moneda que deva circular para poner en conocimiento del público, para evitar abusos y obligarles a la circulación, y de ese modo favorecer a la población.” (AHM/Q, Oficios y solicitudes dirigidas al Pdte. del Concejo. 7 de febrero de 1870). El  diplomático francés Henri  Ternaux decía que el viaje de seis días de Barbacoas a Quito, “sólo puede hacerse a lomo de indio” (Banco Central del Ecuador 1988: 245).

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