COMO FUE LA VIDA de miguel de cervantes?(ya sé que nació tal y tal dia pero mas o menos diganme cosas que les pasaron,como le fue en la vida si bien o mal y un porqué)porfa
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
vida de Miguel de Cervantes, más allá de las estampas consagradas por la posteridad, no deja de plantear múltiples interrogantes. Ciertamente, la exploración sistemática de los archivos, públicos y privados, iniciada en el siglo XVIII y proseguida ininterrumpidamente hasta nuestros días, ha permitido reunir poco a poco una documentación significativa. Sin embargo, todavía quedan muchas oscuridades, que afectan no sólo a la infancia del escritor, sino a varios momentos decisivos de su existencia, como los años que, entre 1597 y 1604, van desde su encarcelamiento en Sevilla hasta su instalación en Valladolid, en vísperas de la publicación de la primera parte del Quijote. Más aún, si tratamos de ir más allá de la mera materialidad de los hechos, resulta que ignoramos todo o casi todo sobre las motivaciones subyacentes a la mayoría de sus decisiones: la partida para Italia en 1569 a los veintidós años; el alistamiento, en 1571, en el ejército de la Santa Liga; el regreso a España, en 1575, frustrado por su captura en manos de piratas argelinos y, tres años después de haber contraído matrimonio en Esquivias, las peregrinaciones por Andalucía, entre 1587 y 1597, del recaudador de abastecimientos e impuestos; por último, tras volver a Madrid en 1608, el retorno definitivo a las letras.
Respuesta:
Estudió con el humanista Juan López de Hoyos, en el «Estudio de Madrid». Tras una riña cuyos detalles no conocemos, fue desterrado y se marchó a Italia, donde sirvió a un cardenal. Sin volver a España, entró en la marina, y participó en la batalla de Lepanto, en la cual fue herido y una mano destrozada. Fue preso por corsarios musulmanes, y se quedó en el «baño» o prisión de Argel. (La palabra «baño» en este contexto no tiene nada que ver con agua o limpieza; es transcripción de una palabra turca que quiere decir «prisión».) Tuvo que esperar cinco años hasta que se reunieran los fondos para pagar su rescate. De vueltas a España, tuvo una amante, una hija natural, publicó su primer libro, La Galatea, y se casó. Su matrimonio fue estéril.
Podemos comenzar con una noticia a veces molesta, pero ineludible. El éxito de Cervantes en su vida era modesto. No fue tomado como un autor serio, ni como, digamos, el igual de Lope. En contraste con autores más populares y reputados, cuyas biografías se escribieron poco después de su fallecimiento y cuyos manuscritos se reunieron, tras su muerte en 1616 Cervantes cayó rápidamente en un olvido. Sus manuscritos, sus obras inacabadas o inéditas, se perdieron en la casi totalidad. Cuando, en el siglo XVIII, comenzó el interés en él de nuevo, cuando un aristócrata inglés encargó a un valenciano, Mayáns, la primera biografía de Cervantes, no hubo fuentes. No hubo escritos a que se podía acudir.
Lo que sí había eran muchos comentarios de Cervantes sobre su propia vida. Reunidas sus obras publicadas -aun esto fue un reto en el siglo XVIII, cuando a nadie se le ocurrió editar sus obras completas- leídos sus prólogos y dedicatorias, ya se veían puntos esenciales de su vida. Cervantes mismo nos refiere su servicio en Italia, su participación en la batalla de Lepanto, su manquedad. Desde entonces, poco a poco, documento tras documento, se han descubierto y reunido otras partes de su novelesca biografía. Apareció su partida de bautismo, resolviendo un punto debatido en el siglo XVIII -su lugar de nacimiento- definitivamente en favor de Alcalá de Henares. Por casualidad, un lector de la Topografía e historia general de Argel publicada por Diego de Haedo descubrió en ella una detallada descripción del cautiverio y heroísmo de Cervantes. En una antología poética de circunstancias, apareció Miguel de Cervantes como el «amado discípulo» del maestro erasmista Juan López de Hoyos. El Archivo de Indias proveyó un conjunto de testimonios reunido por Cervantes sobre su cautiverio. En el Archivo de Simancas, se hallaron datos sobre sus servicios como comisario y recaudador, hasta entonces desconocidos, y se comenzó a buscar en los archivos de las ciudades y pueblos donde, según los documentos oficiales, había comprado víveres para la Armada. Se encontraron también los testimonios tomados en 1605 de los habitantes de la casa de Cervantes en Valladolid, cuando un noble fue apuñalado en la calle y expiró en la cercana casa, a que fue llevado.
A quien le parezca escandalosa esta realidad debe meditar el hecho de que Echegaray fue el primer autor en lengua castellana, y Benavente el segundo, que ganaron el premio Nobel de literatura. Son rarísimos los casos de autores populares e influyentes en vida y al mismo tiempo, famosos y alabados en siglos posteriores. El autor innovador, el pensador, siempre -necesariamente- está en conflicto con las creencias y valores de su tiempo. Quien gusta al mercado, al gran público, no gustará a lectores de futuros siglos. «Bien sé lo que son tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro con que gane tanta fama como dineros, y tantos dineros cuanta fama», comenta Cervantes en el prólogo a la Segunda Parte de Don Quijote.
En el caso de Cervantes, no hay documentación directa de su descendencia de judíos y de formar, por consiguiente, parte de la clase de cristianos nuevos. Pero las circunstancias presentan un caso fortísimo. Su padre fue un cirujano; su abuelo un licenciado; su bisabuelo un trapero. La familia de su mujer, un vacío sospechosísimo. El hecho de que ganara la vida durante más de veinte años tratando con dinero, como comisario, recaudador de impuestos, y (creo) como contable, es otro indicio. La recaudación de impuestos, trabajo ingrato, era típicamente encargada a los judíos en la Edad Media castellana. Y en general el fracaso de sus carreras -si no un fracaso total que le dejó en la miseria económica, sí podemos decir que no tuvo acceso a los puestos que le correspondieron y que pudiera haber ocupado mejor que sus inquilinos.