como fue la cosmovisión europea
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hubo un tiempo en el que la cosmovisión de las primeras culturas europeas en nada se diferenciaba de la del resto de pueblos indígenas de nuestro planeta. Durante un inmenso periodo de más de 35.000 años (del Paleolítico Superior al Neolítico) y según las evidencias del arte simbólico prehistórico y las mitologías arcaicas, una misma cosmovisión en torno a la sacralidad de la Madre Naturaleza fue compartida a lo largo y ancho de todo el continente europeo. Esta visión de la naturaleza como una Gran Madre creadora y sustentadora de la vida era ya plasmada en el arte prehistórico hace nada menos que 40.000 años (Venus de Hohle Fels), y sobrevivió como figura central de la mitología Europea hasta que los primeros pueblos militarizados comenzaron a imponer una nueva forma de concebir el mundo (invasiones indoeuropeas) que se prolonga hasta nuestros días (Civilización Occidental).
A pesar de los siglos transcurridos, y a pesar de que desde entonces el rodillo de la represión cultural y religiosa ha rodado inmisericorde sobre las tradiciones culturales indígenas, aún disponemos de diversos retales arqueológicos, mitológicos o lingüísticos con los que intentar recomponer la cosmovisión originaria de nuestro continente.
Lógicamente, esta tarea necesita de un amplísimo estudio interdisciplinar, por lo que la información recopilada en este libro tan sólo puede contribuir en una pequeña proporción al objetivo descrito. Por tanto, no espere el lector análisis o investigaciones exhaustivas, sino tan solo una pequeña aproximación que nos ofrece pistas sobre algunos temas en los que se tendrá que profundizar en un futuro a través de los autores que verdaderamente los dominan.
Pues bien, para interconectar y hacer encajar las piezas de este rompecabezas prehistórico, hemos utilizado como guía un concepto cosmológico que, bajo distintas formas y diferentes nombres, está presente en todas las cosmovisiones de origen primitivo. Nos referimos al concepto de biunidad del universo, según el cual toda manifestación de vida es fruto de la unión sinérgica de dos fuerzas principales.
Estas dos grandes energías, cuya unión mantiene en equilibrio el cosmos, se conocen por los nombres genéricos de Principio Femenino y Principio Masculino, y constituyen los dos pilares principales en los que se sostienen mitologías indígenas como la drávida (Shiva-Shakti) o la nahuatl (Ometéotl-Omecihuatl), y tradiciones espirituales arcaicas como la alquimia (anima-animus) o el Tao (yin-yang).
En Europa, y según las evidencias del arte simbólico prehistórico, una dualidad mitológica de significación similar comenzó a forjarse a finales del Paleolítico. Así, como imágenes arquetípicas del principal papel social que desempañaban hombres y mujeres en las primeras comunidades humanas, una Gran Madre (plasmada en estatuillas de piedra o marfil) y un Señor de los animales y el bosque (representado en pinturas rupestres como las de Les Trois Frères o Chufín) regían entrelazados el panteón mitológico de nuestros ancestros
A pesar de lo estereotipada que nos pueda resultar esta última hipótesis, todo parece indicar que estos dos mitos primordiales, el de la madre y el del cazador, desempeñaron un papel fundacional en la mitología indígena europea, para posteriormente evolucionar en aspecto y forma hasta adaptar su simbolismo a las primeras civilizaciones sedentarias del neolítico como la sumeria (Ishtar-Tammuz), la egipcia (Isis-Osiris), o la preindoeuropea (Triple Diosa-Dios Astado); y dando a su vez lugar a nuevos ritos relacionados con la fertilidad de las cosechas y del ganado (Hierogamia).
Siguiendo, pues, este hilo conductor, hemos agrupado los contenidos del libro en dos partes principales, en las que a través de los mitos de la Gran Madre y del Señor de los Animales, se abordan no sólo conceptos mitológicos, sino también su conexión con diversos aspectos de la naturaleza humana arcaica. Así por ejemplo, para entender el origen del mito de la Gran Madre, es necesario conocer como se vivía la maternidad y la sexualidad femenina en las primeras comunidades humanas; y para entender el mito del Señor de los Animales, es necesario comprender el fenómeno del chamanismo y su relación con los animales, la caza y los ritos de fertilidad.
Por otro lado, toda esta información no se centra exclusivamente en las culturas paleolíticas europeas, sino que también incluye numerosas referencias a culturas de otras latitudes y de tiempos históricos distintos, pues la etnografía comparada ofrece pistas valiosísimas para desenmarañar el enredado ovillo de la prehistoria.
Respuesta:
Explicación:
variada obra cartográfica que representaba la cosmovisión europea que le atribuía
al Nuevo Mundo rasgos específicos que lo distinguía del espacio europeo, pero que
a la vez era un claro reflejo de la imaginación europea. La “nueva cartografía” sobre
América constituyó un instrumento clave para la dominación de nuestros pueblos
nativos por parte del conquistador, a la vez que consolidó los valores europeos por
sobre los de los pueblos originarios. Esta “concepción eurocéntrica” que coloca a
Europa en el centro del mundo, los coloca en un lugar de privilegio por sobre las
“nuevas tierras” descubiertas, sosteniendo que los valores, cultura y tecnología de
los pueblos originarios eran inferiores y atrasadas a la de las sociedades europeas.